viernes, 19 de julio de 2013

Descanso, esparcimiento y juego son derechos de niñas y niños


Descanso, esparcimiento y juego son derechos de niñas y niños



19 de julio 2013


Estamos en pleno periodo vacacional y esto supone que en el país, miles de niñas y niños tienen mucho tiempo libre para poder descansar y jugar. Sin embargo, existen diversos factores que limitan o restringen la posibilidad de disfrutar de este derecho. ¡Ah, sí!, jugar, descansar y realizar actividades recreativas, artísticas y culturales son derechos de niñas y niños (y de adultos, debemos decirlo). La Convención de los Derechos del Niño y la Niña reconoce en el artículo 31 “el derecho del niño y la niña al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”.


¿Cuáles son esos factores que limitan estos derechos? Debe haber muchos, seguramente mamás y papás, pedagogos, psicólogos, educadores, sociólogos, economistas, entre otros, nos darían una larga lista, pero aquí sólo esbozaremos unos pocos.


Uno de los factores que en particular debiera preocuparnos es el clima de inseguridad y violencia que se vive en distintas zonas del país y que genera miedo tanto a madres, padres y cuidadores como a la niñas y niños, limitando o negando, la posibilidad de pensar en ir más allá de las fronteras de la casa. La Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) ha trabajado durante varios años sobre el tema del impacto de la violencia generada en la lucha contra el crimen organizado durante el gobierno del presidente Felipe Calderón, calculando que, aproximadamente 1 mil 700 niños y niñas han muerto por hechos presuntamente relacionados con el crimen organizado entre 2006 y 2012.


Para algunos es un tema económico pues pareciera que divertirse implica gastar, sobre todo en países como el nuestro en donde los espacios públicos  no siempre cuentan con la infraestructura y oferta cultural suficiente, accesible económicamente y adecuada para las niñas y niños. Por otra parte, en esta dinámica capitalista de productividad y competencia, el tiempo de descanso y ocio se ven como una pérdida de tiempo, así que muchas niñas y niños se ven saturados de actividades como cursos de verano y clases de regularización, que no están mal por sí mismas pero que no deben suplir ni violentar el derecho que tienen a jugar y descansar. Para los adultos el juego y el descanso de niñas y niños puede verse como una pérdida de tiempo pero es absolutamente necesario para su desarrollo psicoemocional.


También es cierto que con madres y padres trabajando, es todo un reto hacer compatibles los tiempos de descanso entre niños y adultos. Aquí por ejemplo entra el tema de la conciliación entre vida laboral y familiar. Hacen falta políticas públicas laborales que reconozcan que si queremos niñas y niños felices, sanos que se conviertan en ciudadanos responsables, no es posible trabajar 8 horas, tardarse 2 horas en transportarse entre el trabajo y el hogar y brindar tiempo de calidad a nuestros hijos e hijas. Agregaríamos que un salario digno debe alcanzar para sostener las necesidades de la persona trabajadora y su familia, incluyendo el descanso y esparcimiento.

Entre las muchas ironías con las que nos topamos en estos tiempos plagados de avances científicos y tecnológicos que han generado una gran cantidad de opciones de entretenimiento, muchos niños y niñas ya no conviven con sus pares o no salen a las calles, parques o espacios públicos para divertirse. Pasan horas frente a las computadoras, video juegos y televisor sin darse tiempo para platicar, jugar y convivir con personas de su edad, lo que a la larga puede afectar sus habilidades para relacionarse con las personas de carne y hueso. El simple contacto físico, tan necesario para el desarrollo emocional y cognitivo de cualquier persona, se ve afectado por esta tendencia al encierro. Nashieli Ramírez, Directora de Ririki Intervención Social señala que “en México la calle ha dejado de ser un espacio público destinado al juego o al esparcimiento. En las grandes ciudades, agregó, proliferan los niños encerrados, enojados o frustrados porque no juegan, y cuando lo hacen es con las reglas de los adultos en actividades normadas y reguladas” (La Jornada, 14 de julio 2013). 

El que las niñas y niños no puedan “salir a jugar, andar en bici, correr, etcétera” además de limitar su desarrollo psicomotriz y sus habilidades de sociabilización, son un factor que contribuye al sedentarismo. Con todo el debate que existe sobre la obesidad y sobrepeso infantil que hay en el país, retomar las calles y el ejercicio es parte de la política pública con enfoque de derechos que debería estarse planeando y aplicando en México.

Ana Luisa Nerio Monroy

@aluisanerio

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