Autora: Ana Luisa Nerio
Monroy.
Esta
es algo así como una cita anual. Prácticamente desde hace 20 años, escribo
algo, que publico en algún lugar, sobre la pena de muerte. Es algo así como un
“disgusto culposo”. Este fue el tema que de manera definitiva me llevó a
estudiar y después a trabajar en asuntos relacionados con los derechos humanos.
Así que…aquí vamos. Revisemos cómo anda hoy el mundo respecto a esta grave
violación a los derechos humanos. Adelanto que aunque hay avances, el panorama
sigue siendo malo, sobre todo en países en donde en general los derechos
humanos no son respetados y con gobiernos autoritarios.
Amnistía
Internacional (AI) informa que 104 son abolicionistas. En 2016 la República de
Benín (Noroeste de África) la República de Nauru (Isla de la
Micronesia-Oceanía) abolieron la pena de muerte en la ley para todos los
delitos. En la práctica otros 37 países son abolicionistas pues no han
realizado ejecuciones en muchos años. Eso nos da un total de 141 países.[1]
Pero
otros 23 países realizaron ejecuciones. Recordemos que esto se basa en datos
conocidos. Puede haber más países y más ejecuciones. Al menos tres mil 117
personas han sido condenadas a muerte en 55 países en 2016.
También
AI ha documentado que en 2016, mil 032
personas fueron ejecutadas mediante
alguna de estas formas: decapitación, electrocución, ahorcamiento, inyección
letal y disparo en la nuca por pelotón de fusilamiento.
La
Coalición Mundial contra la Pena de Muerte reporta que en 2016, los 5 países
que más ejecutaron en el mundo fueron: Arabia Saudita, China, Irak, Irán y
Paquistán.[2]
Contra
a la pena de muerte existen fuertes argumentos basados en el enfoque de los
derechos humanos. En principio, la pena de muerte niega el derecho fundamental
de la vida pues deja en el poder del estado la decisión de quién vive o quién
muere; es un castigo de consecuencias irreversibles en el que siempre existe un
margen de error humano. “En Estados Unidos, desde 1976, 150 condenados a muerte
han sido absueltos. En algunos casos, la absolución llegó cuando ya habían sido
ejecutados”.[3]
La
pena de muerte no disuade a los delincuentes. Quien va a cometer un crimen de
manera premedita o no, no piensa en que será atrapado y condenado a muerte. “Suele emplearse en sistemas de justicia
sesgados. Algunos de los países que más personas ejecutan tienen sistemas
judiciales profundamente injustos. Los tres países que más usan la pena capital
(China, Irán y Arabia Saudí) lo hacen en circunstancias turbias y poco claras.
Muchas condenas de muerte se basan en "confesiones" obtenidas
mediante tortura”.[4]
La
pena de muerte se aplica de forma discriminatoria. Generalmente son sentenciadas y ejecutadas más personas pertenecientes
a minorías étnicas, en situación de marginación o pobreza o con enfermedades
mentales. Es además, una arma política para deshacerse de personas que no son
afines al gobierno o que le causan algún “problema político”.
El
marco legal internacional que prohíbe la pena de muerte está constituido por el
Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, el Protocolo núm. 6 al Convenio Europeo de Derechos Humanos y Protocolo
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos relativo a la Abolición de la
Pena de Muerte. No hay una prohibición
internacional que obligue a todos los países a terminar con la pena de muerte.
En
México no existe la pena capital como forma de castigo legalmente reconocida. Por
el contrario, en nuestro vecino país del Norte sí hay pena de muerte y se
realizan ejecuciones. En 2016 los Estados Unidos de América realizaron 20
ejecuciones y se dictaron 32 condenas. Cabe señalar que las cifras de
ejecuciones y de condenas en los EUA van a la baja, lo que es bueno pero no
suficiente.
@aluisanerio
[1] Amnistía
Internacional. Pena de Muerte. https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/pena-de-muerte/
[2]
Coalición Mundial contra la pena de Muerte.
http://www.worldcoalition.org/es/worldday.html
[3] Amnistía
Internacional”, Op.Cit.
[4] Ibídem.