jueves, 6 de septiembre de 2018

Mujeres que hacen historia Josefa y la decisión que inició la Independencia de México



Autora: Ana Luisa Nerio Monroy

La historia la cuentan los vencedores, y lo escribo así, en masculino genérico, sin señalar a las vencedoras porque algo que han señalado cada vez con más fuerza los estudios feministas y de género, es la invisibilización de las mujeres y sus aportes a lo largo de la historia. La Independencia de México no es la excepción. ¿Cuántas mujeres que participaron de muchas y muy diversas formas en este movimiento han quedado en el olvido? Casi imposible saberlo, pero seguramente existieron. La cuestión aquí es que la cultura patriarcal y el androcentrismo borraron a muchas mujeres de la historia y a otras les regatearon méritos y logros. Ese es el caso de Doña Josefa Ortiz de Domínguez.

Este mes patrio, como le llamamos a septiembre las y los mexicanos, retomo una de las mejores y más bellas prácticas de historiadoras y escritoras feministas. Recordar a una mujer cuyo papel en nuestra historia nacional fue fundamental. Ciertamente Doña Josefa no es el caso de la mujer totalmente borrada de la historia. Pero tampoco se le ha dado el peso que probablemente merece y en algunos aspectos me parece, su papel se ha reducido a un cotilleo de café, por ese invento muy de la cultura machista, de su romance con Ignacio Allende.

Quitar estatura y carácter a mujeres como Doña Josefa y muchas otras, es una práctica del patriarcado y la cultura androcéntrica que hay que denunciar. Josefa, como señalan estudios serios, era una mujer educada, de gran personalidad, integridad y decisión. Una mujer mucho más bella físicamente de lo que sus representaciones muestran, porque hasta en eso el sistema patriarcal busco restarle importancia. Guapa e inteligente ¡Imposible! Para dotarla de cierta “respetabilidad” necesitaban mostrarla al mundo como fea y vieja; pero Josefa era una mujer en sus 30 años, de un cuerpo armonioso y un rostro bonito, cuando comenzó el movimiento independentista. Este dato lo traigo a colación no para restar importancia a la inteligencia, capacidad de trabajo y fuerza de carácter de Josefa, sino, insisto, para que repensemos en estas representaciones patriarcales y machistas que se hacen de mujeres que se salen de los estereotipos de género y de los cánones de lo que se permitía y esperaba de una mujer en esa época.

Considero necesario recordar que no abundan las fuentes documentales sobre las mujeres que participaron en la independencia. En algunos casos debido a que se perdieron los documentos, en otros porque nunca existieron esos relatos.  Recordemos también que pocas mujeres tenían acceso a la educación y podían escribir cartas o algún documento que dejara constancia de sus actividades o pensamientos. Insisto, la historia era contada y escrita por hombres, desde su visión empañada por la cultura patriarcal y machista. Si a eso se suma el poder de la Iglesia conservadora de la época, las mujeres eran vistas como seres inferiores, subordinadas, destinadas para el servicio, para ser madres, hijas, esposas o monjas. Que una mujer tuviera educación, opiniones propias, voz y poder, era algo que molestaba a ciertos círculos sociales y sobre todo a ciertos hombres.

El contexto cultural y social del Siglo XIX no era favorable para una mujer adelantada a sus tiempos como lo fue Doña Josefa Ortiz de Domínguez. Hija de un militar vasco, quedó huérfana muy niña y ante el hecho de que su hermana mayor quien la cuidaba, contraería matrimonio, tuvo uno de sus primeros actos de rebeldía, y por sí misma solicito su ingreso al Colegio de las Vizcaínas (ubicado en lo que hoy es el centro histórico de la Ciudad de México). Allí estudió hasta su adolescencia. Documentación existente verifica este hecho y que Josefa era una niña inteligente, aunque difícil. Y por difícil, en una lectura actual y con perspectiva de género, pudiera significar una niña que preguntaba, que no se quedaba callada ante las injusticias, como lo reflejó su personalidad años posteriores.

Allí en las Vizcaínas conoció a Don Miguel Domínguez, un hombre cerca de 15 años mayor que ella y con prestigio como abogado. Don Miguel cortejó a Josefa y dado que el Colegio no consentía su noviazgo, Josefa decidió escaparse para irse a vivir con Don Miguel. La falta de fuentes documentales sobre este hecho, no nos permite saber mucho de cómo y por qué Josefa decidió marcharse así. Lo cierto es que dos años después y con una hija, contrajeron matrimonio. Junto con su esposo vivió en Querétaro, en donde Don Miguel era el Corregidor (Gobernador).

Josefa era una mujer educada y seguramente eso influyó en su interés en los problemas políticos y sociales de México, su posición social al lado de Don Miguel Domínguez le permitió, además, rodearse de la gente que como ella consideraban que la Nueva España debía independizarse. No era una mujer analfabeta y que no supiera escribir. Como ya se señaló, estudió en las Vizcaínas. Sus mensajes hechos con recortes de periódico eran elaborados así para que no se descubriera su identidad a través de su caligrafía. Junto con su esposo, Josefa era parte de la conspiración que planeaba el levantamiento independentista. Descubierta la conspiración, es famoso el pasaje histórico que cuenta que fue a través de Josefa que el cura Hidalgo fue alertado.

Lo que poco se sabe es que muy probablemente Josefa fue en realidad quien inicia el movimiento, ya que cuando avisan a Don Miguel Domínguez que la conspiración fue descubierta, tiene miedo de que se sepa que él y Josefa forman parte de la misma y no quiere actuar. Josefa insiste en que se alerte al cura Hidalgo. Don Miguel Domínguez no sabe cómo actuar y la encierra en el cuarto desde donde Josefa da tres golpes con el tacón de su zapato (hay historiadores que señalan que eso del tacón es mito), para instruir al mensajero que viajó para avisar a Miguel Hidalgo que había que iniciar ya el movimiento. No es una advertencia, sino una orden para tomar las armas; no hay vuelta atrás, la conspiración ha sido descubierta. Fue Josefa la “chispa” que inició el levantamiento. De no haber tomado esa decisión en ese momento tal vez la historia sería otra.

Josefa fue aprendida estando embarazada de su hija número 14. Sí, catorce hijos e hijas, tuvo Josefa. Eso aunado a los malos tratos y penurias de los años que pasó encerrada en los dos conventos en los que fue apresada por su participación en la conspiración, influyeron en su muerte relativamente joven pues falleció a los 60 años aproximadamente.

Josefa fue liberada en gran medida por la labor de defensa de Don Miguel Domínguez y una vez libre y con la independencia ya consumada vivió en una casa en el centro histórico de la Ciudad de México que aún existe. Nunca dejó de estar activa políticamente. Doña Josefa no murió en la pobreza, pero nunca aceptó tampoco pago alguno por su papel en la independencia. Ella consideraba que había hecho lo que sus ideales y convicciones le habían dictado.

Su amor por México, por un proyecto de país independiente, libre de yugos extranjeros, su niñez como huérfana, la formación académica de las Vizcaínas, su matrimonio con un hombre educado y liberal, su fuerza de carácter, integridad y convicciones la colocan en un lugar especial en nuestra historia.

Josefa fue hija, esposa, madre, amiga, pero también cómplice, conspiradora, libertadora, y mujer de avanzada. 

Bibliografía:
·         Ángeles González Gamio, “Josefa y su Independencia”, Editorial Miguel Ángel Porrúa, México, 2016.
·         Radio INAH, Serie Somos nuestra memoria. Ángeles González Gamio “Josefa Ortiz de Domínguez: Un emblema femenino de la independencia”. https://www.youtube.com/watch?v=mdR9290guiI
·         El Colegio de México, Nueva Historia General de México.
·         Brian Hamnett, Historia de México, 2016.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

La participación política de las mujeres en México y la violencia política



Autora: Ana Luisa Nerio Monroy



Ciertamente la participación política de la mujer ha transitado por caminos pedregosos. El machismo toma forma muchas veces en acciones que restringen las oportunidades de las mujeres para contender en elecciones, o que una vez electas, sufran de distintas modalidades de violencia política que se puede traducir en que no puedan tomar posesión del cargo, no se les den los recursos para realizar las tareas para las que fueron electas, sean acosadas sexualmente o se ejerzan actos de violencia contra el personal que colabora con ellas o en contra de sus familias. Es sobre este aspecto, participación política y violencia contra las mujeres que desarrollo el presente texto




MARCO LEGAL INTERNACIONAL Y NACIONAL
A nivel internacional se ubica la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW por sus siglas en inglés), de la cual México es Estado parte y que afirma los derechos humanos y las libertades fundamentales en igualdad para todas las mujeres. La CEDAW, entre otras cosas señala que, los Estados partes tomarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública de su país.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce en el artículo 1ro constitucional el derecho a la igualdad y no discriminación por ningún motivo para todas las personas y el artículo 4 constitucional establece la igualdad entre las mujeres y los hombres.

El artículo 35 constitucional establece las prerrogativas de ciudadanas y ciudadanos, entre las que se encuentran la de estar en posibilidad de ser votado para todos los cargos de elección popular, la de votar en las elecciones populares, y la de asociarse individual y libremente para participar en forma pacífica en los asuntos políticos del país.

La Ley General de Instituciones y Procesos Electorales y la Ley General de Partidos Políticos reconocen la igualdad de mujeres y hombres para contender por puestos políticos y participar como candidatas. Reconoce por ejemplo el principio de paridad.


PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y VIOLENCIA POLÍTICA CONTRA LAS MUJERES


Si bien, cada vez gozan de mayor reconocimiento las aportaciones realizadas por las mujeres para el establecimiento de gobiernos representativos, transparentes y responsables en muchos países, hay un problema mundial de violencia contra las mujeres, de la que la esfera de la participación política no está exenta. La Asamblea General de las Naciones Unidas ha señalado estar “Sumamente preocupada porque las mujeres siguen estando marginadas en gran medida de la esfera política en todo el mundo, a menudo como resultado de leyes, prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios, bajos niveles de educación, falta de acceso a servicios de atención sanitaria, y debido a que la pobreza las afecta de manera desproporcionada.[1]

Entre los derechos políticos se encuentran el derecho a la participación, el derecho a votar y a ser votado. Por derecho a la participación se entiende aquella  posibilidad de participar en la formulación de las políticas gubernamentales y en la ejecución de éstas; ocupar cargos públicos y ejercer todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales.[2]

En materia de derechos políticos, un primer gran avance para las mujeres mexicanas fue la reforma constitucional de 1953 que reconoció el derecho al sufragio. Esto si bien significo un adelanto en términos de igualdad formal, fue insuficiente para lograr una mayor equidad entre hombres y mujeres en el ámbito político.[3] En los siguientes 60 años las mujeres han tenido que luchar porque se les reconozca en las leyes, pero sobre todo en la realidad, su derecho a participar en la vida política del país, ser postuladas como candidatas a cargos públicos y a participar en la vida y toma de decisiones de los partidos políticos en los que militan.
México cuenta con un marco legal que garantiza la igualdad formal para la participación política de mujeres y hombres.  Inclusive, si bien falta un largo trecho por recorrer, las cuotas de género para que los partidos políticos postulen una proporción determinada de mujeres a cargos de elección popular, tienen ya un grado de avance y aceptación formal.

Considero que el problema sustantivo no está allí hoy. Las cuotas bien que mal caminan. Pero siguen faltando más oportunidades para que las mujeres puedan contender en condiciones de igualdad frente a los hombres y para que una vez electas puedan ejercer sus cargos de manera adecuada sin que se les pongan obstáculos en razón de ser mujeres. Así en los recientes 5 a 10 años, ubico un problema grave de discriminación en la esfera de la participación política de las mujeres que se concreta en diversas formas de violencia política.

La Ley General de Igualdad entre Mujeres y Hombres reconoce como discriminación contra la mujer,  “Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”. Muy interesante resulta, que la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia no reconoce la violencia política ni menciona en su texto nada en concreto sobre este tema. Vale la pena señalar que ya se ha planteado desde distintas instancias públicas y de la sociedad civil la necesidad de incluir este tipo de violencia en la citada Ley.


Conforme se leen las notas de periódicos y medios de comunicación electrónicos, así como los textos que se consultan, se puede observar que los casos de violencia política contra las mujeres en México siguen un patrón o se insertan en contextos relativamente sencillos de ubicar pues el mayor número de casos se registran en sitios con un alto grado de marginación, pobreza, con un bajo nivel educativo y en donde prevalece una cultura machista.


En estos contextos se considera que una mujer no puede ocupar un cargo político no puede ser ocupado y cuando una de ellas aspira a una alcaldía, por ejemplo, el primer tipo de agresión que se registra es la baja o nula propaganda o exposición de su perfil para ser conocida por el electorado.


“La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) registró 580 casos de violencia política contra las mujeres entre 2012 y agosto de 2017. El 2015 fue el año cuando mayor cantidad de denuncias se presentaron, con un total de 203 averiguaciones previas, seguido de 2012 con 192; 2013 con 67; 2014 con 55; y 2016 con 52.[4]


En noviembre de 2017 el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y el Instituto Nacional Electoral (INE) presentaron el Protocolo para la atención de la violencia política contra las mujeres en razón de género, donde se especifica que este tipo de agresión responde a “todas las acciones y omisiones basadas en elementos de género que tengan por objeto anular el reconocimiento de los derechos políticos inherentes a un cargo público”.[5]


La violencia política puede manifestarse de distintas formas: se usa por ejemplo el pronombre masculino en documentos oficiales, se miente a la mujer candidata o ya electa sobre la ubicación y hora de las reuniones, no se facilitan los recursos para el desempeñar sus funciones, se le acosa sexualmente y en algunos casos se ha atentado contra el personal que colabora con ella o su familia para presionarla a que abandonen el puesto de elección popular para el que han sido asignadas.


Un caso de violencia política en el que se presentaron actos de agresión contra personal que colaboraba con una mujer elegida a un cargo fue el de Rosa Pérez Pérez quien fue electa presidenta municipal de San Pedro Chenalhó en Chiapas, como representante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en las elecciones de julio de 2015. En octubre de ese año tomó protesta y el 25 de mayo de 2016, fue obligada a presentar su renuncia a cambio de poner en libertad a dos legisladores que colaboraban con ella y que fueron secuestrados; sufrió diversas amenazas, violencia psicológica y económica, así como el registro de vandalismo en las instalaciones de su oficina.[6]


En otro caso de violencia política contra una mujer, se encuentra el de Yuritzi Jhosselin López Oropeza, síndica del ayuntamiento de Jaltenco, (Estado de México). El caso de la síndica fue el primero de violencia política de género en la entidad, que fue juzgado por el Tribunal Electoral del Estado de México (TEEM), tras denunciar al presidente municipal de Jaltenco, el priista Armando Ramírez Ramírez, y al cabildo, de actuar de manera discriminatoria en su contra.

La funcionaria presentó su denuncia ante el TEEM que emitió un fallo a su favor, tras haber sufrido discriminación y ofensas por parte del alcalde y su cabildo, al no asignarle recursos públicos ni personal a su oficina para poder operar, pero tampoco prestaciones laborales, además de recibir llamadas amenazantes para “dejar de meterse en lo que no le importa”.

El TEEM ordenó al presidente municipal abstenerse de realizar cualquier acto de violencia de género en contra de la síndica, así como cualquier otra situación que directa o indirectamente repercuta en la acción del derecho político-electoral de ejercer el cargo.

El pasado 05 de mayo, con el número de expediente ST-JE-6/2018, tanto el alcalde, así como los miembros de cabildo, secretario del ayuntamiento y director del Jurídico y Límites Territoriales, fueron nuevamente notificados de informar al TEEM, anexando pruebas el cumplimiento de lo ordenado, ya que la instrucción no ha sido cumplimentada.


CONCLUSIONES

El derecho a la participación política es un derecho humano que cualquier persona sin importar su sexo o género tiene. En México se ha avanzado mucho desde el reconocimiento del voto femenino hasta contar en este 2018 con una mujer candidata independiente que se postuló para la Presidencia de la República. Si bien el marco legal para garantizar la igualdad formal entre mujeres y hombres para votar y ser votados es muy completo, existen mejoras necesarias como el reconocimiento de la categoría de “violencia política” en la Ley General de Acceso para las Mujeres a una Vida Libre de Violencia”, y un mayor y mejor trabajo de educación y difusión del sentido y objetivo de las cuotas de género.

Eso por un lado y por el otro, resulta de primera necesidad seguir trabajando en la educación de la población para generar un cambio cultural a favor de la igualdad y del respeto de los derechos de las mujeres.

La discriminación en la esfera de lo político, contra las mujeres se concreta en su manera más extrema en la violencia política. En el contexto mexicano nos encontramos con: mujeres amenazadas, agredidas verbal y físicamente, a quienes se maltrata o se presenta, desde una visión sexista como “tontas con cara bonita que contienden por un cargo o feas y gordas que quieren gobernar”; mujeres a quienes se les niega tomar su cargo o ejercerlo en condiciones adecuadas; mujeres a quienes se acosa sexualmente o se les amenaza; otras tantas sufren de actos de agresión contra familiares y colaboradoras y colaboradores.

Las sanciones deben ser efectivas ya que hay casos en los que aunque un Tribunal se pronuncie, los agresores o quienes han realizado las acciones de violencia siguen en sus cargos y actúan con impunidad. Sin duda los partidos políticos pueden junto con las instituciones del Estado contribuir a cambiar esta situación. Es sobre todo el cambio en la sociedad el que va a afianzar y hacer real el derecho a la participación política de las mujeres en México.  


BIBLIOGRAFÍA

Asamblea General de las Naciones Unidas Resolución 66/130, del 19 de marzo de 2012, “La participación política de la mujer”.


ONU-Mujeres, Participación política de las mujeres. A 60 años del reconocimiento del derecho al voto femenino en México. México, 2013.


Revista Foreing Affairs, La participación política de las mujeres mexicanas, María Macarita Elizondo Gasperín, Noviembre 2013 en http://revistafal.com/la-participacion-politica-de-las-mujeres-mexicanas/


Publimetro, Violencia política contra las mujeres aumentará en comicios de 2018 Lidia Sánchez https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2018/04/07/violencia-politica-contra-las-mujeres-aumentara-en-comicios-2018.html


Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –Instituto nacional electoral. Protocolo para la atención de la violencia política contra las mujeres en razón de género. Tercera edición. Ciudad de México: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2017.





[1] Asamblea General de las Naciones Unidas Resolución 66/130, del 19 de marzo de 2012, La participación política de la mujer.
[2] ONU-Mujeres, Participación política de las mujeres.
[3] Revista Foreing Affairs, La participación política de las mujeres mexicanas, María Macarita Elizondo Gasperín, noviembre 2013 en http://revistafal.com/la-participacion-politica-de-las-mujeres-mexicanas/
[4] Publimetro, Violencia política contra las mujeres aumentará en comicios de 2018. Lidia Sánchez https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2018/04/07/violencia-politica-contra-las-mujeres-aumentara-en-comicios-2018.html
[5] Protocolo para la atención de la violencia política contra las mujeres en razón de género. Tercera edición. Ciudad de México: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2017.
[6] Lidia Sanchez, Publimetro, Violencia política contra la mujer aumentará en 2018, 7 de abril de 2018. https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2018/04/07/violencia-politica-contra-las-mujeres-aumentara-en-comicios-2018.html