sábado, 28 de marzo de 2015

Censura y autocensura: el derecho a la libertad de expresión en México



Censura y autocensura: el derecho a la libertad de expresión en México

28 de marzo de 2015
Autora: Ana Luisa Nerio Monroy

Los derechos a la libertad de expresión y a recibir información están reconocidos en diversos instrumentos internacionales de derechos humanos: Declaración Universal de Derechos Humanos (Art. 19), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Art. 19), Convención Americana de Derechos Humanos (Art. 13). Estos derechos han sido defendidos a lo largo de la historia por su importancia para la construcción de sociedades más democráticas, justas y equitativas. Como parte de un ejercicio profesional, están ligados a quienes ejercen labores de comunicación y periodismo.

Las y los periodistas y comunicadores (en adelante me referiré indistintamente a comunicador o periodista, por economía en la escritura), son uno de los gremios más vulnerables en nuestro país. La organización internacional Reporteros Sin Fronteras calificó a México, a fines del 2014, como el país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo. Los 81 asesinatos de periodistas registrados de enero de 2001 a septiembre de 2014 dan cuenta de ello. Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón la situación para las y los periodistas ya era muy complicada y de gran peligro pero los datos actuales indican que las cosas están empeorando. Una posible diferencia es la manera que se está callando a algunas voces mediante la censura, y las diversas estrategias que llevan al comunicador/a la autocensura a partir de infundirle miedo, del chantaje (incluyendo asuntos de la esfera personal o vida privada) o del cierre de opciones para un ejercicio libre del periodismo y la comunicación.

La inacción de las autoridades permite que los ataques se realicen sin que nadie sea investigado, juzgado y castigado por ello. La falta de investigación y castigo a quienes agreden a periodistas tiene, entre otros efectos, la autocensura. Muchos periodistas han bajado su perfil o dejaron de publicar. Bajo tal situación pueden encontrarse los estados de Chihuahua y Tamaulipas, mencionados en el informe “Estado de Censura” (https://es.scribd.com/doc/259296791/Estado-de-censura-Informe-2014-sobre-violencia-contra-la-prensa) de la organización Artículo 19 y presentado el pasado 24 de marzo. Fue tal el ataque que las y los periodistas recibieron por parte del crimen organizado durante la llamada durante el sexenio pasado que en lo que va de la actual administración, la denuncia de agresiones ha bajado, no porque éstas no existan, sino porque se ha dejado de difundir información ante el temor de las represalias de los grupos delictivos establecidos en esas entidades.

La organización Artículo 19 señala que durante los dos primeros años del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto las agresiones contra las y los periodistas se han incrementado un 80 por ciento. Mientras que 54 periodistas fueron asesinados durante el periodo 2006-2012, en los dos primeros años de la administración del presidente Peña Nieto ya van nueve, entre éstos Gregorio Jiménez Cruz, el décimo primer periodista asesinado durante el gobierno de Javier Duarte en Veracruz, y el quinto  durante lo que va de la presidencia de Enrique Peña Nieto.

Las agresiones contra periodistas pueden ser de distintos tipos. En 2014 Artículo 19 documentó 326 agresiones en total; entre éstas 142 fueron de tipo físico/material; 53 actos de intimidación/presión; 45 detenciones arbitrarias; 44 amenazas; 2 actos de criminalización; 2 desapariciones; 12 ataques cibernéticos, 6 asesinatos; 14 hostigamientos judiciales; 1 desplazamiento; 5 actos de difamación o calumnia. Estas agresiones son perpetradas generalmente por dos grandes grupos: el crimen organizado y el propio Estado (políticos y servidores públicos). Los medios impresos son lo que con mayor frecuencia reciben ataques, (48.7 por ciento), aunque los medios digitales no se salvan (28.8 por ciento) y cada vez se presentan más actos de agresión contra éstos. De los periodistas agredidos el 16 por ciento labora en radio y televisión y 13.4 por ciento son comunicadores independientes y defensores de derechos humanos agredidos cuando realizaban labor de documentación durante actos de protesta social.

Sobre los medios digitales vale la pena señalar que se han convertido en una alternativa importante para poder difundir información de manera más independiente y crítica, lo que al mismo tiempo ha hecho que se conviertan en foco de ataques como los “ciber ataques” y los “hackeos” por ejemplo. Por su parte las redes sociales ayudan a difundir información de manera muy rápida, pero también son medios para atacar, desacreditar y agredir a los periodistas.
El incremento considerable de agresiones a mujeres comunicadoras es uno de los temas a destacar del informe de Artículo 19. A pesar de que el informe no entra al análisis sobre las causas de este aumento, sí nos obliga a preguntarnos qué está pasando. ¿Hay más mujeres periodistas? ¿Hay más mujeres periodistas publicando contenidos que afectan los intereses de alguien en particular? o ¿Están denunciando más las agresiones que reciben? Durante la administración calderonista 192 mujeres sufrieron alguna agresión por su ejercicio profesional, un promedio de 32 al año. En contraste, en sólo dos años del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, se han presentado 122 agresiones.

Entre 2006 y 2012, Veracruz, Oaxaca, Distrito Federal, Chihuahua, Tamaulipas, eran los cinco estados con el mayor número de agresiones a periodistas. Para 2014 el orden está de la siguiente manera: Distrito Federal, Veracruz, Quintana Roo, Guerrero y Oaxaca. En el Distrito Federal las agresiones contra comunicadores aumentaron sobre todo en eventos o manifestaciones públicas de protesta, asunto sobre el que hay que colocar un foco rojo ya que esto va muy ligado a la tendencia a criminalizar la protesta social y a controlar los espacios públicos, limitando el derecho de la población a manifestarse de manera libre y pacífica. Esta tendencia ha ido acompañada de la creación de legislaciones que pretender “regular” los actos públicos de protesta; atentando contra los derechos de la población a la manifestación pacífica, la reunión, la circulación y la protesta social.

Si bien existe el andamiaje legal para proteger a las y los periodistas (la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos en contra de la Libertad de Expresión (FEADLE), el Mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas de la Secretaría de Gobernación y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), éste ha resultado inoperante, ineficiente e insuficiente. La impunidad sigue siendo la regla. No hay acceso a la justicia para las y los periodistas víctimas de agresiones. 

En el caso de Mecanismos de protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas, hay que recordar que no ha podido operar de manera adecuada. Entre otras razones para esta inefectividad está la falta de presupuesto, los cambios en el personal que lo encabezan, la falta de metodologías adecuadas para realizar los análisis de riesgo, su incapacidad para prevenir actos que ponen en peligro a las y los periodistas, la falta de recursos humanos y materiales para reaccionar cuando ya existe una agresión, y en general, por la falta de voluntad política.

A  todo esto hay que sumar además que quienes se supone, deben estar para servir a la ciudadanía y proteger a la población, agreden a los comunicadores. Los casos en los que los servidores públicos hacen un uso prepotente de su posición de poder abundan. Amenazan al periodista que los encuentra en una situación incómoda o que descubre un acto ilegal. La impunidad alcanza además a familiares, amigos y socios a quienes el político o servidor público defienden con enorme celo. Este fue el caso del periodista yucateco Edwin Canché quien fue víctima de tortura, detención arbitraria y de toda clase de atropellos por las autoridades municipales, por publicar notas criticándolas y  haber tomado una fotografía del sobrino de un alcalde quien había chocado y dañado propiedad privada.

Finalmente no podemos cerrar los ojos ante otro problema crucial cuando de la labor de periodistas y comunicadores se trata.  Un gran número de ellas y ellos trabaja en condiciones laborales precarias, sin salarios, contratos, prestaciones sociales, seguros médicos pensiones o jubilación. Las empresas periodísticas o de comunicación pocas veces cuentan con la voluntad, los conocimientos y los recursos para enfrentar situaciones de riesgo. Suele subestimarse el nivel de riesgo. Esto crea otras vulnerabilidades que el gremio debe revisar para generar las estrategias adecuadas de autoprotección y respaldos de sus empleadores; sin por ello olvidar que la responsabilidad primaria de la seguridad de cualquier ciudadano es del Estado.

@aluisanerio

lunes, 2 de marzo de 2015

Día Internacional de las Mujeres: niñas, adolescentes y adultas mayores



Día Internacional de las Mujeres: niñas, adolescentes y adultas mayores

 Autora: Ana Luisa Nerio Monroy
04 de marzo de 2014

En el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fecha que no está pensada para que nos regalen flores o nos feliciten sino para reivindicar los derechos humanos de todas las mujeres, dedicaré este texto a dos grupos de mujeres que se encuentran en los extremos del ciclo de la vida: las niñas y las mujeres adultas mayores. Y es que de la infancia hasta la vejez, muchas mujeres se enfrentan a la discriminación y a las continuas violaciones de sus derechos. En ambos grupos de la población convergen dos causas de discriminación: género y edad.

En general, niñas, niños y adolescentes no son concebidos como titulares de derechos en nuestro país y eso lo refleja la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010 (ENADIS), elaborada por el Consejo para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) que indica que el 3.6 por ciento de la población considera que las niñas y los niños no tienen derechos por ser menores de edad; y el 27.6 por ciento considera que deben disfrutar de los derechos que sus padres les quieran otorgar. Estas concepciones se ven reforzadas  en el caso de las niñas en gran medida por la visión machista que aún impera en nuestro país.

Las niñas y adolescentes (personas menores de 18 años) han sido durante años víctimas de una doble discriminación: por su edad y por ser mujeres. Su situación había estado invisivilizada hasta hace pocos años en los estudios de género y dentro de las teorías feministas. Lo anterior está cambiando ya que la realidad nos ha obligado a volver la mirada hacia este grupo de la población. Muchas niñas y adolescentes no tienen acceso a oportunidades de estudio, son víctimas de violencia de género, de trata, trabajo infantil, abusos sexuales, feminicidio y otras violaciones a sus derechos humanos justo por su condición de género. Al ubicarse dentro de la etapa de la infancia y adolescencia  pueden encontrarse en una condición de vulnerabilidad mayor.

En México tres de cada diez mujeres tienen menos de 14 años; datos de 2013 indican que hay 19.8 millones de niñas en nuestro país. Del total de población femenina de 0 a 17 años, más de la cuarta parte (27.5 por ciento) son niñas menores de cinco años, 55.8 por ciento tienen de 5 a 14 años y 16.7 por ciento son mujeres adolescentes de 15 a 17 años.[1]

Por entidad federativa, destacan Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Puebla, ya que son estados en los que las niñas y las adolescentes representan más de 34.5 por ciento de la población femenina de la entidad. Sobresalen además por ser entidades con una presencia importante de pueblos indígenas, en los cuales, en algunos casos todavía existen usos y costumbres que excluyen a las niñas de oportunidades educativas y de desarrollo, que influyen en matrimonios y embarazos a temprana edad.

En materia de trabajo el 6.8 por ciento de las niñas y las adolescentes realizan alguna actividad económica. Más de la mitad de ellas (58.2 por ciento) cubren una triple jornada: trabajan, realizan labores del hogar y estudian. El 31.7 por ciento trabaja y realiza quehaceres domésticos pero no asiste a la escuela. Una de cada cuatro cubre jornadas que en suma superan 34 horas a la semana. Laboran en comercios establecidos, el comercio informal y labores artesanales.[2]

Una de cada diez niñas y adolescentes que trabaja, lo hace como empleada del hogar y de cada 10 empleadas del hogar, ocho tienen entre 5 y 15 años. Este campo laboral no está regulado, por lo que se presentan muchas violaciones a los derechos humanos como: jornadas de trabajo de más de ocho horas, bajos salarios o ningún salario, explotación laboral, se limita o se impide ejercer el derecho a la educación, no se dan vacaciones, no hay seguro médico; se realizan actos de discriminación, maltrato, acoso y violencia sexual.

La violencia contra niñas y adolescentes tiene su forma más extrema en el feminicidio. Tan sólo en el estado de Nuevo León, 77 niñas fueron asesinadas entre enero de 2000 a diciembre de 2013. De ellas, 18 niñas se encontraban entre 0 y 4 años de edad; 9 niñas entre los 5 a 9 años; 10 niñas de 10 a14 años y 40 adolescentes de 15 a 17 años de edad.[3] Datos dados a conocer en 2011 indican que en el 2009, un 5.7 por ciento (105 casos) de las víctimas tenían de 0 a 5 años de edad; un 7.4 por ciento (31 casos) eran menores de 10 años; mientras que un 10.5 por ciento (57 casos) se encontraba por debajo de los 15 años.[4]

Frente a lo que pasa con las niñas y adolescentes del país tenemos el otro extremo del ciclo de la vida: las mujeres adultas mayores, (más de 60 años). El Censo Nacional de Población (2010) señala que la población  total del país es de 100 millones 055 mil 379 personas y de éstas, el 9.6 por ciento son PAM. 

En México hay 100 mujeres por cada 87 hombres mayores de 60 años, lo que ya nos indica una tendencia poblacional y sobre la esperanza de vida. Hay más mujeres adultas mayores y viven más. Esa buena noticia se ve empañada por una cuestión fundamental. No todas viven de manera plena y muchas tienen limitado su acceso y ejercicio efectivo de sus derechos humanos. La ENADIS señala que las personas adultas mayores ubican como sus principales problemas el acceso al trabajo y a los servicios de salud; así como la discriminación y maltrato.

El Instituto Nacional de Geriatría indica que de los adultos mayores de 60 años en México, 74.4 por ciento saben leer y escribir un recado; por lo tanto el 25.60 por ciento no puede hacer esto. Pensemos que si poco más de la mitad son mujeres, hay un grave problema de educación que ha afectado durante toda su vida sus oportunidades de desarrollo. Además 958 mil 259 adultos mayores son hablantes de lengua indígena, de los cuales 573,475 (casi 6 de cada 10) son analfabetos. Nuevamente, si consideramos que poco más de la mitad de éstos son mujeres, ya vemos quienes son las más excluidas entre las excluidas.[5]

El 7.6 por ciento de las mujeres adultas mayores son solteras, 46.4 están casadas o unidas y el 47.0 por ciento ha estado casada o unida. El 45 por ciento de las mujeres adultas mayores señala que sufrió algún tipo de violencia por parte de su pareja. La violencia contra las mujeres adultas mayores y contra las PAM en general es uno de los problemas y retos más importantes que enfrenta el estado y nosotros como sociedad. Debido a su condición de vulnerabilidad por su edad y condición de salud, muchas mujeres sufren de maltrato y violencia en sus hogares, ya sea por parte de sus cuidadores o de familiares.[6] El despojo de sus ingresos o patrimonio es otra de las contantes que se observan.

Muchas mujeres adultas mayores refieren el maltrato emocional y sicológico del que son víctimas por la sociedad, los medios de comunicación y sus propias familias. Se les trata como “estorbos”, como personas inútiles o improductivas por su edad. La sobrevaloración de la belleza y juventud también afecta la manera en que sus aportes a la sociedad son vistos. 

Uno de los derechos más violentados y que preocupa a las mujeres adultas mayores es el de la salud. No existe una cobertura universal de servicios de salud para las mujeres y en diversos momentos ellas han señalado maltrato y trato déspota o grosero por parte de quienes las atienden en los diversos sistemas de salud público. El 27.4 por ciento del total de PAM no tiene ningún tipo de derechohabiencia para acceder a servicios de salud, por lo que un amplio número de mujeres adultas mayores se encuentran sin acceso a atención médica y medicinas[7]. A esto debemos sumar que el 20.7 del total de PAM tiene alguna discapacidad; es decir, poco más del 10 por ciento de las mujeres adultas mayores viven con algún tipo de discapacidad, lo que en un país sin infraestructura adecuada, sin calles, hospitales, servicios públicos, transporte, y un largo etcétera, que no están diseñados ni adaptados para las personas con discapacidad, la exclusión y discriminación se agrava.

En materia del derecho al trabajo el 19.7 por ciento de las mujeres adultas mayores tiene un empleo formal pero el 54.4 por ciento trabaja en el sector informal. En el caso de las primeras se enfrentan a violaciones como la discriminación laboral y la precarización del empleo; para las segundas la informalidad implica inseguridad económica, ausencia de prestaciones sociales (incluyendo los servicios de salud) y condiciones de trabajo muy duras.

En ambos casos, niñas y mujeres adultas mayores se presentan problemas de estigmatización y estereotipos de género que afectan su acceso y ejercicio pleno de derechos humanos. El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, nos recuerda que en México y en el Mundo seguimos bajo el reto de lograr que de la infancia a la vejez todas las mujeres vivan de manera digna, libres de violencia, y en el ejercicio pleno de sus derechos. Lo anterior no es tarea sencilla pero es claro que la educación (formal y no formal, en la casa, la comunidad y en las aulas) es una herramienta para ello. Las políticas públicas elaboradas con enfoque de género y de derechos de la infancia son otra parte importante para generar las condiciones y garantizar el acceso a oportunidades que las mujeres requieren. 

@aluisanerio


[1] INEGI, Estadísticas a propósito del Día Internacional de la Niña 2013, en http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/estadisticas/2013/ni%C3%B1a0.pdf
[2] Ibídem.
[3] Red por los Derechos de la Infancia en México, (REDIM) Informe Alternativo sobre Situación de Garantía de los derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en México. Aplicación de la Convención de los Derechos del Niño, México, 2014 página 41.
[4] CNN, “Llama legisladora a atender feminicidios de niñas; hubo 319 casos en 2009”. En http://mexico.cnn.com/nacional/2011/08/23/llama-legisladora-a-atender-feminicidios-de-ninas-hubo-319-casos-en-2009
[5] Instituto de Geriatría, Numeralia. Personas adultas Mayores, presentación disponible en http://bvs.insp.mx/articulos/8/numeralia_envejecimiento_2012.pdf
[6] INEGI, Estadísticas a propósito del día Internacional de las Personas de Edad, 2014, en http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/estadisticas/2014/adultos0.pdf
[7] Instituto de Geriatría, op.cit.