miércoles, 13 de marzo de 2019

¿Se puede ser católica y estar a favor del aborto?


Autora: Ana Luisa Nerio Monroy


Soy una mujer que se asume católica. Fui criada y educada en esa fe. Voy a misa (no voy a decir que cada domingo, voy cuando me nace y mi espíritu lo necesita); cumplo con los mandamientos (hasta ahora no he matado a nadie, ni robado, no tomo el nombre de Dios en vano y honro a mi padre y a mi madre, por citar unos ejemplos). Me gusta formar parte de muchas de las tradiciones ligadas al catolicismo, de sus ritos y simbolismos.  A final de cuentas profesar una religión es un derecho humano. Para mí, profesar mí fe es un derecho y una necesidad.

Me asumo una católica liberal, me identifico con la teología de la liberación y con la teología feminista, es decir, desde mi conocimiento aún limitado del tema del que de ninguna manera soy experta, la teología feminista tiene una postura crítica frente a dogmas y preceptos que la Iglesia Católica de corte conservador, ortodoxo, sexista y patriarcal, ha sostenido durante siglos. La teología feminista reconoce a las personas como iguales y creadas para relacionarse de manera libre, incluyente y sin violencia.  Cuestiona el papel que la Iglesia tradicional ha dado a la mujer como subordinada y aplica la perspectiva de género para analizar los temas que preocupan a las mujeres. “No podemos dejar de mencionar que la teología feminista introduce y visibiliza el cuerpo de las mujeres como categoría de reflexión y de análisis teológico, antropológico social y político. (…) la teología feminista supone también liberar los cuerpos de mujeres asediados por la violencia física, verbal y simbólica que padecen cotidianamente”.[1]

Yo creo en un Dios de amor y de perdón, en un Dios que desea mi felicidad y realización. Mi fe no me quita mi libertad de consciencia y libre albedrío. Sin embargo, mi fe se queda en la esfera de mi vida privada. No me confundo y reconozco y valoro la importancia del Estado Laico.

Soy católica y estoy a favor del aborto porque creo firmemente en el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo; porque nunca, para ninguna mujer puede ser fácil tomar la decisión de realizarse un aborto; porque el asunto no es aborto sí o aborto no, sino las condiciones de seguridad legal y de salud en las que se debe practicar; porque así como una mujer que desea con todas sus fuerzas ser madre, lo intentará y lo buscará por todos los medios, la mujer que no quiere ser madre buscará la manera de abortar aun poniendo su vida en riesgo; porque mientras no haya educación sexual libre de prejuicios que permita a las personas ejercer su sexualidad de manera responsable e informada; y no haya acceso a métodos de anticoncepción disponibles físicamente y accesibles económicamente para la toda la población, no hay una verdadera libertad para decidir.

Porque mientras siga existiendo un sistema social, cultural, laboral, económico y judicial patriarcal, machista, sexista y misógino, no hay verdadera libertad para decidir.

Mientras los hombres puedan “abortar” en cualquier momento su deber y obligación ética, moral, económica y social con las mujeres que abandonan al enterarse de un embarazo, no hay verdadera libertad, igualdad ni derecho a decidir.

Mientras los hombres no abandonen sus privilegios, dejen de violentar a las mujeres y sea su cuerpo, su salud, su libertad y su proyecto de vida el que se ponga en riesgo, no pueden apropiarse del derecho a decidir sobre la vida de las mujeres.

Mientras el sistema económico, social y laboral no genere y proporcione a las mujeres condiciones y oportunidades para ejercer una maternidad feliz, con seguridad social, sistemas de cuidado, sin techos de cristal ni suelos pegajosos, con garantías para niñas y niños ya nacidos, no hay libertad para decidir.

La legalización del aborto no significa que en cualquier momento y en todas las circunstancias se puede interrumpir un embarazo. Hay límites y circunstancias que la ley regula. Hasta hoy, leyes como la de la Ciudad de México permite interrumpir el embarazo hasta las 12 semanas. Hay causales como violación, grave peligro para la vida de la madre o malformaciones graves del producto que también contempla la legislación.

Cuando se practica un aborto dentro de un marco legal se proporciona servicio médico, acompañamiento psicológico, asesoría sobre anticoncepción y seguimiento a la salud de la mujer post intervención.






Despenalizar el aborto, como se ha dicho hasta el cansancio, no significa que una mujer esté obligada a realizarlo. Se trata de que no mueran miles desangradas por introducirse un gancho, por tomarse una “preparado”, por una intervención mal practicada, sin el instrumental médico adecuado, en condiciones peligrosas e insalubres.

Se trata de que una mujer que tuvo un aborto provocado y tiene  afectaciones a la salud como un sangrado y recurra a un servicio médico para salvar su vida no sea denunciada y tratada como criminal; que si tuvo una pérdida del producto de la concepción por causas naturales, no sea llevada a la cárcel pues no es una asesina. Despenalizar el aborto sí reconoce el derecho a la vida: el de la mujer y su proyecto de vida. Las cifras hasta hoy no dan indicios que con la legalización se disparen los números de abortos. Legalizar evitará por el contrario la clandestinidad y todo lo que esto puede implicar.

Las mujeres han abortado durante siglos, negar que esta práctica se realiza aún en mujeres que se consideran católicas es para mí un acto hipócrita, Y querer imponer una visión desde la fe y convicciones personales a un asunto de salud pública y de derechos de las mujeres, que ya está inclusive reconocido en instrumentos internacionales de derechos de las mujeres, es una necedad.

Sí. A quien me lea aquí le digo. Soy católica y estoy a favor del aborto y sí, estoy tranquila con mi consciencia.

@aluisanerio



                                                                                                                



[1] Radio Ibero, ¿Qué es la Teología Feminista? http://ibero.mx/prensa/que-es-la-teologia-feminista, 29 Ene 2017. Consulta hecha el 12 de marzo de 2019.