Derechos a la alimentación, salud, empresas y obesidad en México
1ro de julio 2013
Todas
las personas tienen derecho a una alimentación
suficiente y de calidad para vivir de manera digna; tienen derecho
también a gozar del más alto nivel de salud física y mental. Alimentación y
salud son derechos interdependientes y tomando en cuenta el problema de
sobrepeso y obesidad que hay en México, cobra absoluto sentido que
organizaciones como El Poder del Consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia
en México (REDIM), crearan la Alianza por la Salud Alimentaria. Mediante diversas
acciones estas organizaciones cuestionan el proceder de diversas empresas
productoras de alimentos y los efectos que éstos tienen en la salud de los
consumidores.
Las
empresas productoras de alimentos, agencias de publicidad y empresas de mercadeo, así como los medios de
comunicación deben asumir su responsabilidad frente al problema de sobrepeso y
obesidad entre la población, particularmente entre las niñas y los niños.
Durante la infancia apenas se están desarrollando los criterios y elementos de
madurez que permiten a la persona procesar la información que recibe. La sobre
exposición a publicidad engañosa puede tener un efecto sumamente nocivo en el consumo
de alimentos saturados de grasas y azúcares, así como de químicos dañinos para
niñas y niños. El Poder del Consumidor destaca que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que “existe una fuerte
relación entre ver la televisión y la obesidad infantil, ya que los productos
más frecuentemente anunciados son aquellos ricos en grasas, azúcares o sal,
siendo los más publicitados los refrescos, cereales azucarados, galletas,
confitería, platos precocinados y cadenas de comida rápida”. Aunque la OMS hace esta aseveración a
partir de un estudio en países europeos, en México no estamos muy lejos de esta
situación.
En México como en
otras partes del Mundo la obesidad y el sobrepeso se han convertido en una
epidemia, en un grave problema de salud pública. Si bien las empresas
productoras de alimentos no son responsables de la decisión que toma cada
persona en consumir un producto, sí lo son respecto a la información que
brindan sobre los componentes de estos productos. Cuando una conocida marca de
refrescos anuncia a su bebida estrella mediante la imagen de una mujer
embarazada, debemos preguntarnos ¿es en serio? . La mayoría
de las personas y por supuesto la mayor parte de las mujeres embarazadas saben
que los “refrescos” están llenos de azúcar y carbonato; ingredientes malísimos tanto
para la madre como para la vida en gestación, pero no deja de sorprender el
atrevimiento de estas marcas para vender la idea de “felicidad”, “alegría”, “satisfacción
y buena vida” a costa de la salud de las personas.
La enorme cantidad
de azúcar contenida en refrescos supera por mucho los niveles máximos que el
organismo humano necesita. Con la pregunta ¿Te comerías 12 cucharadas de
azúcar? la Alianza por la Salud Alimentaria nos hace reflexionar mediante una
campaña en parabuses, estaciones del Metrobus y Metro (DF) sobre el
consumo de refrescos. Una bebida gaseosa de 600 mililitros, rebasa en 20 por
ciento los requerimientos diarios de un adulto y en un 60 por ciento los de un
niño o niña. Frente a esta información resulta muy preocupante la manera permisiva en que la Secretaría de Salud y la SEP han actuado en torno a la venta de alimentos procesados ("chatarra") en las escuelas; igualmente preocupa que recientemente el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, y el Secretario
de Salud, Armando Ahued, otorgaran a la empresa Coca-Cola el
distintivo “Organización Saludablemente Responsablemente”. ¡Sí! Precisamente a esta
empresa a la que la OMS ha señalado como una obstaculizadora de políticas
públicas a favor de la salud alimentaria.
El Estado está
obligado a proteger frente a terceros los derechos humanos de las personas y es
por lo tanto quien debe regular a las empresas y su publicidad; no es un asunto
de libre mercado, de libertad de expresión, o decisión personal sobre lo que se
consume; se trata del derecho a la alimentación sana, adecuada, de calidad e
inocua (¿o nos van a decir que todos los químicos que contienen los refrescos
no hace ningún daño? Se trata de salud de millones de niñas y niños y de prevenir
a futuro problemas relacionados con el sobrepeso y la obesidad como las cardiopatías
o la diabetes. El mercado no puede estar por encima de los derechos humanos. Esto
es un asunto de salud pública y por lo tanto de Estado.
Ana Luisa Nerio
Monroy
@aluisanerio
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