Fr. Miguel Concha Malo: Una historia de trabajo
defendiendo la esperanza
Autora: Ana Luisa Nerio Monroy
06 de noviembre 2013
Este año el Dr.
Miguel Concha Malo celebra 35 años como defensor de derechos humanos. Debo
reconocer que soy una de las personas afortunadas cuya vida académica,
profesional y personal ha sido influida por Don Miguelito, como cariñosamente
algunos le llamamos. El trato cotidiano que me permitieron los 7 años que
colaboré en el Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria O.P.”
A.C., organización de la cual es Presidente y Director, me permiten contar
algunos aspectos del ser humano, académico y jefe que es Don Miguel.
Don Miguel es
queretano y creció en el seno de una familia católica. Cuando Don Miguel habla
de su mamá se refiere a ella como a una mujer muy devota y piadosa, tan buena
como sus “hermanitas”, de quienes señala son mujeres buenas y muy pendientes de
su salud y bienestar. Inició estudios de Derecho pero le
ganó su vocación religiosa y por ello decidió ingresar a la orden de los
frailes dominicos, por eso, muchos le conocen como el Padre Concha o Fray
Miguel Concha Malo. Estudió en Roma, en París y en Ginebra; habla además del
español, italiano, francés e inglés; no le gusta comer pollo; fuma grandes
cantidades de cigarros y sí, de vez en cuando se toma un “tequilita”. Es
friolento, no le gusta comprarse ropa y espera mejor a cada navidad para que su
familia le obsequie lo necesario, ya que él mismo dice, y yo doy fe de ello, es
un hombre de gustos sencillos y frugales. Es un devorador de libros, todo el
tiempo está leyendo y su oficina siempre está atestada de libros y documentos.
Por increíble que parezca, en medio de toda la pila de libros siempre encuentra
aquél que recomienda o necesita compartir. Es común observarlo caminando de un
lado al otro en el lobby del Centro Cultural Universitario (CUC) pues eso le
ayuda a reflexionar y aclarar pensamientos. Desde hace varios años escribe una
columna de opinión en La Jornada dedicada a temas relativos a los derechos
humanos.
El Profesor
Mi primer
acercamiento directo con Don Miguel fue durante mis estudios de maestría en la
Universidad Nacional Autónoma de México (2003). Él impartía una de las contadas
materias relativas a derechos humanos en el Posgrado de Ciencias Políticas y
Sociales. Recuerdo que era una materia relativa a los Derechos Económicos,
Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA) en América Latina. Era un profesor
muy puntual, que siempre traía preparada la clase y que nos daba lecturas
actualizadas. Cuando estaba por presentar mi examen de grado mi Director de
Tesis, el Dr. Ricardo Méndez Silva, me insistió en la importancia de que Don
Miguel fuera parte de mi jurado pues en el medio académico, el Dr. Concha Malo
tiene un gran prestigio y es un referente en el estudio y defensa de los
derechos humanos en México. Recuerdo haber recibido el borrador de mi tesis completamente
leído por Don Miguel, con correcciones y anotaciones en color rojo a largo y
ancho de todo el texto. Una vez titulada, Don Miguel me invitó a trabajar en el
Centro Vitoria en el área de investigación. Durante los primeros años me dirigí
a Don Miguel como “Dr” ya que como he platicado, mi primer contacto con él fue
en el medio académico y él, por tratarse de una alumna me decía “Maestra” con
un tono siempre juguetón, de respeto y estoy segura, de cariño.
El Jefe
Mi experiencia
con Don Miguel como jefe fue muy buena. Hasta la fecha en otros espacios me
refiero a él como “Mi Jefe Pluma Blanca”, porque para mí Don Miguel es El Jefe. Una persona
congruente, recta, respetuosa, que escucha, que apoya, que motiva y que
agradece. Por supuesto tuvimos nuestros desencuentros pero afortunadamente
siempre logramos salvar obstáculos y sacar adelante el trabajo.
El Padre Concha
Algo que
facilitó mucho la relación de trabajo entre Don Miguel y yo fue el que
compartimos la fe católica. El Centro Vitoria es una organización laica de
inspiración cristiana. Nunca don Miguel o los Padres Predicadores de la Orden de los Frailes Dominicos en México, intervinieron o cuestionaron
nuestra vida personal o nuestras creencias. Recuerdo con gran alegría los ratos
en que podíamos platicar de Religión; de él recibí ilustrativas explicaciones
sobre asuntos que en mi calidad de creyente me causaban duda o curiosidad. Don
Miguel creció y se formó en la corriente de la Teología de la Liberación, por
lo que él escucha sin juzgar y se coloca del lado de las personas desprotegidas,
discriminadas, excluídas y de quienes están en situación de vulnerabilidad. Debo reconocer
que después de 2 años de tratarlo como profesor y de unos meses como Jefe, la
primera vez que lo vi vestido de sacerdote me impresionó. Con el tiempo pensar
en Don Miguel como sacerdote católico y defensor se convirtió en algo muy
natural en mi vida. Muchas veces escuché
la misa impartida por Don Miguel.
El Defensor
No caben en unas
pocas líneas todas las actividades y aportes que consideró que Don Miguel ha
hecho al movimiento de los derechos humanos. Ha escrito varios libros,
infinidad de artículos, dictado un sinnúmero de conferencias; ha impulso gran
cantidad de procesos, ha contribuido a la formación de muchas generaciones de
activistas y personas defensoras de derechos humanos; y ha sido guía espiritual
de diversas almitas. Treinta y cinco años nos hablan de un gran compromiso,
trabajo constante, convicción, entrega y amor. A pesar de los reveses, la
frustración, los malos, ratos, las decepciones, las tristezas, Don Miguel es un
defensor de la esperanza. Siempre crítico y analítico sabe que la situación del
país es precaria, pero eso no lo desanima. El investiga, dialoga, interpela,
propone, debate, construye, se articula, se coordina, defiende, escribe, hace
mediación y acompaña. Ese es Don Miguel. Me alegra mucho que este año, se
celebre su trayectoria como defensor y le podamos dar una felicitación en vida.
Espero que tengamos a Don Miguel por muchos años más ya que este país lo
necesita a él y a todas las personas que defienden contra viento y marea la
esperanza.
@aluisanerio
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