16 de Octubre, Día Mundial de la Alimentación y los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
Autora: Ana Luisa Nerio
Monroy
La Organización de las Naciones
Unidas (ONU) ha convocado a los países a comprometerse a realizar, las acciones
necesarias para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tienen
como antecedente los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Los ODS conforman una
agenda para el desarrollo mundial. Los 17 ODS se interrelacionan unos con otros
y se vinculan al cumplimiento de derechos humanos.
Los ODS deben verse con una
mirada integral pues el avance en el cumplimiento de uno, no se da de manera
aislada del resto. Sin embrago, en esta ocasión, por tratarse del Día Mundial
de la Alimentación, me voy a enfocar al objetivo número 2, “Poner fin al
hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la
agricultura sostenible”.
El derecho a la alimentación es
el derecho que tienen todas las personas a alimentos en cantidad suficiente, de
calidad, inocuos (que no pongan en riesgo su salud), accesibles económica y
físicamente, y culturalmente adecuados. La alimentación forma parte de los
Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA), y por tanto es
considerado indispensable para contar con una vida digna y un nivel de vida
adecuado.
El derecho a la alimentación es
un derecho básico pues sin alimentos simplemente la vida humana se extingue.
Sin una alimentación suficiente y de calidad el organismo se enferma y si al no
haber salud se afecta el disfrute y ejercicio de otros tantos derechos. Pero
esa alimentación no se limita a una cuestión de conteo de calorías y
nutrientes, que efectivamente son importantes, sino que cuenta con otros
componentes como el de la cultura, ya que, mientras que para unas personas
comer carne de res o cerdo es aceptable, para otras no, por citar un ejemplo.
Además, la alimentación se
vincula con dos asuntos de gran relevancia: la seguridad alimentaria y la
soberanía alimentaria. La primera apunta a que toda la población del mundo
tenga acceso a alimentos y no haya “hambre” en el mundo mediante la producción
de alimentos. La segunda se refiere a la capacidad de un país para producir
alimentos de manera autosuficiente (dictándose sus propias reglas y en
ejercicio de su soberanía), para satisfacer a su población.
A pesar de que el mundo la producción
de alimentos es enorme, inclusive vemos en las noticias difundidas en
diferentes medios de comunicación la gran cantidad de comida que se desperdicia
diariamente, existe gente que muere de hambre. La ONU señala que a nivel
mundial 795 millones de personas no disponen de alimentos suficientes (1 de
cada 9 personas); esta población se concentra en países en desarrollo, donde el
12,9% está subalimentada; Asia es el continente donde hay más personas que
padecen hambre y personas desnutridas; África subsahariana tiene una tasa de
desnutrición de casi 23%; la nutrición deficiente provoca casi la mitad (45%)
de las muertes de niñas y niños menores de 5 años: 3,1 millones de niñas y niños
al año; en el mundo; uno de cada 4 niños padece retraso del crecimiento,
deficiencia vinculada a la desnutrición.[1]
Si bien a nivel mundial se
reconoce la importancia del campo y la actividad agrícola, la actividad
pesquera y de crianza de animales para el consumo humano, existen factores que
afectan la producción. Cambio climático, deforestación, destrucción de
ecosistemas, contaminación de los océanos, vaivenes de los mercados, políticas
comerciales contrarias o depredadoras para quienes producen. Pobreza y
desigualdad se encuentran muy presentes entre quienes se dedican a la
producción de alimentos a escala pequeña. Se observa aún que las mujeres tienen
poco acceso a la tierra y a la producción de alimentos en condiciones de
igualdad con los hombres.
El ODS 2, plantea como metas para
2030, (de manera muy resumida): poner fin al hambre y asegurar el acceso de
todas las personas; poner fin a todas las formas de malnutrición, duplicar la
productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña
escala; asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos; mantener
la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales
de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas; aumentar las
inversiones en la infraestructura rural; corregir y prevenir las restricciones
y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales; y adoptar
medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos
básicos alimentarios.[2]
El Objetivo 2, que en resumen se
denomina “Hambre cero”, es en suma una parte de la agenda necesaria para lograr
que todas las personas accedan y ejerzan su derecho a la alimentación. Cada 16
de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Alimentación para recordarnos que
es un derecho humano y que por tanto, no se limita a acabar con el hambre, que
es por supuesto indispensable. Nos remite a reconocer que hay formas de
malnutrición que se concretizan en problemas de sobrepeso y/o obesidad, por
ejemplo; que existen aspectos culturales que cada pueblo debe atender respecto
a su forma de alimentarse y que no es sólo un asunto de producción de alimentos
sino de acceso económico a ellos. La alimentación y la producción de alimentos
se vinculan con otros derechos, entre éstos a la salud y al trabajo en
condiciones dignas (preguntemos a las y los campesinos y pequeños/as
productores); a reconocer las prácticas comerciales depredadoras; y a
reflexionar y modificar patrones de consumo y formas de sobrexplotación de los
recursos naturales.
@aluisanerio
No hay comentarios:
Publicar un comentario