viernes, 14 de octubre de 2016

16 de Octubre, Día Mundial de la Alimentación y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)


16 de Octubre, Día Mundial de la Alimentación y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)


Autora: Ana Luisa Nerio Monroy


La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha convocado a los países a comprometerse a realizar, las acciones necesarias para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tienen como antecedente los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Los ODS conforman una agenda para el desarrollo mundial. Los 17 ODS se interrelacionan unos con otros y se vinculan al cumplimiento de derechos humanos.

Los ODS deben verse con una mirada integral pues el avance en el cumplimiento de uno, no se da de manera aislada del resto. Sin embrago, en esta ocasión, por tratarse del Día Mundial de la Alimentación, me voy a enfocar al objetivo número 2, “Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible”.

El derecho a la alimentación es el derecho que tienen todas las personas a alimentos en cantidad suficiente, de calidad, inocuos (que no pongan en riesgo su salud), accesibles económica y físicamente, y culturalmente adecuados. La alimentación forma parte de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA), y por tanto es considerado indispensable para contar con una vida digna y un nivel de vida adecuado.

El derecho a la alimentación es un derecho básico pues sin alimentos simplemente la vida humana se extingue. Sin una alimentación suficiente y de calidad el organismo se enferma y si al no haber salud se afecta el disfrute y ejercicio de otros tantos derechos. Pero esa alimentación no se limita a una cuestión de conteo de calorías y nutrientes, que efectivamente son importantes, sino que cuenta con otros componentes como el de la cultura, ya que, mientras que para unas personas comer carne de res o cerdo es aceptable, para otras no, por citar un ejemplo.

Además, la alimentación se vincula con dos asuntos de gran relevancia: la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria. La primera apunta a que toda la población del mundo tenga acceso a alimentos y no haya “hambre” en el mundo mediante la producción de alimentos. La segunda se refiere a la capacidad de un país para producir alimentos de manera autosuficiente (dictándose sus propias reglas y en ejercicio de su soberanía), para satisfacer a su población.

A pesar de que el mundo la producción de alimentos es enorme, inclusive vemos en las noticias difundidas en diferentes medios de comunicación la gran cantidad de comida que se desperdicia diariamente, existe gente que muere de hambre. La ONU señala que a nivel mundial 795 millones de personas no disponen de alimentos suficientes (1 de cada 9 personas); esta población se concentra en países en desarrollo, donde el 12,9% está subalimentada; Asia es el continente donde hay más personas que padecen hambre y personas desnutridas; África subsahariana tiene una tasa de desnutrición de casi 23%; la nutrición deficiente provoca casi la mitad (45%) de las muertes de niñas y niños menores de 5 años: 3,1 millones de niñas y niños al año; en el mundo; uno de cada 4 niños padece retraso del crecimiento, deficiencia vinculada a la desnutrición.[1]

Si bien a nivel mundial se reconoce la importancia del campo y la actividad agrícola, la actividad pesquera y de crianza de animales para el consumo humano, existen factores que afectan la producción. Cambio climático, deforestación, destrucción de ecosistemas, contaminación de los océanos, vaivenes de los mercados, políticas comerciales contrarias o depredadoras para quienes producen. Pobreza y desigualdad se encuentran muy presentes entre quienes se dedican a la producción de alimentos a escala pequeña. Se observa aún que las mujeres tienen poco acceso a la tierra y a la producción de alimentos en condiciones de igualdad con los hombres.

El ODS 2, plantea como metas para 2030, (de manera muy resumida): poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas; poner fin a todas las formas de malnutrición, duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala; asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos; mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas; aumentar las inversiones en la infraestructura rural; corregir y prevenir las restricciones y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales; y adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios.[2]

El Objetivo 2, que en resumen se denomina “Hambre cero”, es en suma una parte de la agenda necesaria para lograr que todas las personas accedan y ejerzan su derecho a la alimentación. Cada 16 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Alimentación para recordarnos que es un derecho humano y que por tanto, no se limita a acabar con el hambre, que es por supuesto indispensable. Nos remite a reconocer que hay formas de malnutrición que se concretizan en problemas de sobrepeso y/o obesidad, por ejemplo; que existen aspectos culturales que cada pueblo debe atender respecto a su forma de alimentarse y que no es sólo un asunto de producción de alimentos sino de acceso económico a ellos. La alimentación y la producción de alimentos se vinculan con otros derechos, entre éstos a la salud y al trabajo en condiciones dignas (preguntemos a las y los campesinos y pequeños/as productores); a reconocer las prácticas comerciales depredadoras; y a reflexionar y modificar patrones de consumo y formas de sobrexplotación de los recursos naturales.

@aluisanerio



[1] Objetivos del Desarrollo Sostenible, http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/hunger/
[2] Ibídem.

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