domingo, 24 de mayo de 2020

“Qué linda te ves trapeando Esperancita”: clasismo, desprecio y burla al trabajo del hogar


“Qué linda te ves trapeando Esperancita”: clasismo, desprecio y burla al trabajo del hogar 


Autora: Ana Luisa Nerio Monroy



Esta frase que se ha popularizado en redes sociales y es reproducida en memes y videos no surgió de una escena de telenovela mexicana o de la Rosa de Guadalupe como en un inicio algunas personas suponían; surgió por la idea de un “influencer” a quien le pareció muy chistoso hacerle esta broma a su amigo que se encontraba limpiando el piso. Y lo que podría ser una simple broma,  me parece, tiene componentes clasistas, discriminativos y machistas.


Habrá quien diga ¡Vamos, que no hay que tomarlo tan en serio! ¡Por favor, si es sólo una broma! ¡Es para hacer más llevadera la situación de encierro! ¡No podemos hacer de todo un asunto de género o discriminación! ¡Ahora todo les ofenda a las feministas, caray! Pues no señoras y señores, justo porque dejamos que esas frases pasen como si nada, seguimos viviendo en sociedades clasistas y machistas que normalizan la discriminación y la violencia contra las personas y en particular contra las mujeres.


“Qué linda te ves trapeando Esperancita, pero te faltó aquí, maldita criada” dice la frase completa.  Y lo primero que me genera una punzada en el estómago es “maldita criada”, frase que encierra un enorme clasismo y desdeño por quienes realizan labores del hogar, sean éstas remuneradas o no. ¿Maldita criada? Para empezar la denominación es trabajadora del hogar pues criada es una palabra, hoy en día de connotación discriminadora; y el trabajo del hogar remunerado es un trabajo muy digno y muy necesario. En México el 90 por ciento de las trabajadoras del hogar son mujeres, generalmente indígenas o provenientes de zonas de bajos recursos; muchas empiezan a laborar cuando son muy jóvenes, incluso cuando aún son niñas.


Estoy segura que en estos meses de encierro, durante los cuales muchas personas que contábamos con la ayuda de una trabajadora del hogar en casa, y que ahora realizamos todas esas tareas por las que solíamos pagar, valoramos lo que ese trabajo nos facilita la vida. ¿Maldita criada? No, no, no. Mil veces benditas mujeres que realizan labores necesarias para la reproducción de la vida cotidiana. Hoy miles de ellas se encuentran en situación muy vulnerable porque no pueden salir a trabajar y por lo tanto no reciben sus pagos, porque siguen sin poder ejercer de manera plena derechos laborales, y por tanto, se encuentran entre los grupos de población empobrecidos a causa de esta pandemia.




La frase y su uso sigue reflejando el desprecio para las labores del hogar y trabajo de cuidados que remunerado o no remunerado ¿Adivine quien realiza en la mayoría de los hogares? Las mujeres, ¡Por supuesto! Ya se han publicado diversos análisis de organismos internacionales, organizaciones civiles nacionales, académicas y analistas, que señalan que con esta pandemia las cargas de trabajo de las mujeres se han duplicado y triplicado. Al “home office” las mujeres deben sumar horas como maestras de sus hijas e hijos que toman clases en línea y además debe cocinar, lavar, asear, higienizar y cuidar de otras personas (niñas, niños, personas mayores y parejas). 


Las mujeres siguen llevando las peores y más agotadoras cargas de trabajo en estos los llamados "Tiempos del Covid-19", incluido el trabajo en el hogar no remunerado sin el que no podríamos sobrevivir. ¿O acaso creemos que los trastes y la ropa se lavarán solitos, que los alimentos se prepararan por arte de magia o que un hada sacudirá su varita y las camas estarán hechas, la estancia recogida y el perro paseado? No, eso no pasa. Son personas y son generalmente las mujeres las que realizan esa labor.


A mí no me hace gracia que mujeres y hombres llamen a otras u otros (ni como broma) o se autonombren “Esperancita”, porque hasta en el uso diminutivo del nombre brota un cierto aire de displicencia, de desprecio, un aura de superioridad de quien lo dice hacia el trabajo del hogar y hacia quien lo hace. Y no, no me hace gracia que, frente a un trabajo tan agotador e importante, haya quien crea que es chistoso sumar más trabajo o burlarse de quien ya realizó una tarea, por nuestra incapacidad de solidarizarnos y asumir que, si todas y todos vivimos, convivimos, usamos y habitamos un espacio, es responsabilidad de todas y todos, limpiar, cuidar, alzar y ordenar. Corresponsabilidad, se llama, y cada vez es más urgente practicarla.
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