viernes, 31 de enero de 2020

Paternidades y masculinidades


Autora: Ana Luisa Nerio Monroy

En la actualidad estamos presenciando un cambio generacional importante en materia de masculinidades y paternidades. Ciertamente, estos cambios no son suficientemente discutidos, y muchos hombres se encuentran en estado de soledad y confusión ante las transformaciones en los roles que juegan en la familia, relaciones de pareja, mundo laboral y en la sociedad. Algunos se sienten confrontados y hasta discriminados. El estudio de las masculinidades, que aporta la perspectiva de género, es un marco de análisis que puede contribuir a que hombres y mujeres comprendamos mejor las transformaciones que se están dando y que requieren diálogos abiertos y comprensivos. Esto será indispensable para lograr la igualdad de género a la que aspiramos si queremos una sociedad y un mundo con equidad, igualdad y sin discriminación.



Ser padre significa, desde una óptica meramente biológica, la capacidad que tiene un hombre de procrear y tener descendencia. Sin embargo, es claro que engendrar un hijo o una hija, no es lo mismo que ejercer la paternidad. Paternidad y maternidad no son algo natural, sino construcciones culturales de lo que, en una sociedad y época determinada, se espera de una mujer o de un hombre que se convierten en madre o en padre, respectivamente.

Ser hombre es un hecho biológico, lo mismo que ser padre. Pero la masculinidad y la paternidad son construcciones socio-culturales. Por ello, no es extraño que ciertas formas de ejercer la paternidad hayan sido (y aún sean) aceptadas, de acuerdo al contexto socio-cultural donde se desarrolla la persona. Así como actualmente se habla de masculinidades en plural, debemos reconocer que hay distintas paternidades que se ejercen en función de la situación socio-económica, la edad, la religión, etcétera.

De manera muy simplificada, se pueden ubicar 7 modelos de paternidad. Sin embargo, es importante reconocer que ninguno se encuentra en forma “pura” y que podemos encontrar algunos rasgos de un modelo en otro.

Tradicional-proveedora-distante. Es aquella donde el padre tiene una figura de autoridad sobre quienes integran la familia, es el principal o único sostén económico y su relación con hijas e hijos es distante, poco afectiva y puede o no ejercer violencia. Delega en la madre, u otras mujeres, las labores de crianza y cuidado. No se involucra más allá de estar “enterado” del desarrollo de sus hijas o hijos. El trabajo (muchas horas fuera), le permite mantenerse alejado del hogar tanto física como emocionalmente. 

Tradicional-proveedora-presente. Es aquella donde el padre tiene una figura de autoridad sobre quienes integran la familia, es el principal o único sostén económico de la familia y su relación con hijas e hijos es “educadora para la vida”, prepara a su descendencia (sobre todo a los hijos varones), para enfrentar al mundo, puede o no ejercer violencia. Delega en la madre, u otras mujeres, las labores de crianza y cuidado. Procura estar más al tanto de lo que sucede con sus hijas e hijos, pero en calidad de encargado de “poner en orden o llamar la atención”, cuando es necesario. Su trabajo le requiere muchas horas fuera del hogar y le permite mantenerse alejado físicamente, aunque suele estar informado de lo que sucede con la familia.

Tradicional-proveedora-involucrada. El padre tiene una figura de autoridad sobre quienes integran la familia, es el principal o único sostén económico de la familia. Además de plantear la importancia de prepararse para enfrentar la vida adulta, procura estar al pendiente del desarrollo de sus hijas e hijos. Se permite tener algunas expresiones de afecto con su descendencia. Procura convivir con su familia y establece comunicación con hijas (en calidad de protector) e hijos (como guía masculina), sin rebasar ciertos límites ni abordar “temas, tabú”. Puede o no ejercer violencia. Delega en la madre, u otras mujeres, las labores de crianza y cuidado. Su trabajo le requiere muchas horas fuera del hogar, pero respeta ciertos tiempos de convivencia como fines de semana, vacaciones y reuniones familiares.


Irresponsable-distante-desinteresada. Es aquella paternidad que no contribuye a la manutención de las hijas e hijos y tampoco sostiene un vínculo afectivo ni ejerce labores de cuidados. Se desentiende de las responsabilidades económicas y afectivas respecto a su descendencia. Puede vivir o no con la familia. Ejercen violencia económica y en muchas ocasiones, emocional. La violencia física puede o no estar presente.

Irresponsable-presente. Es aquella que no contribuye a la manutención de las hijas e hijos, aunque sostiene un vínculo afectivo y en ocasiones ejerce labores de cuidados. Se desentiende de las responsabilidades económicas, aunque mantiene cierto contacto que puede ser afectivo o distante. Puede vivir o no con la familia. Ejercen violencia económica y en muchas ocasiones, emocional. La violencia física puede o no estar presente.

Paternidades en transición. Forman parte de las nuevas generaciones que están atestiguando la inserción de las mujeres al mundo laboral, lo que ha implicado que ellas tengan independencia económica, así como niveles educativos iguales o más altos que sus parejas. Reconocen la igualdad entre mujeres y hombres y se oponen a ejercer violencia. Se involucran más con la crianza de sus hijas e hijos y se sienten más libres para mostrar su afecto y sentimientos, pero todavía no se hacen corresponsables de las tareas de cuidado y labores del hogar de manera suficiente o equitativa con su pareja. Preservan algunos rasgos de machismo. Tienen conflictos con su masculinidad, pues el entorno social los presiona para mantener los privilegios que les ha otorgado por siglos la cultura patriarcal. Son corresponsables en materia económica.


Paternidades igualitarias y corresponsables. Son las ejercidas por hombres que están más conscientes o han tenido acceso a otros estilos de educación que les proveen de herramientas para comprender su masculinidad, desde una visión de igualdad de género (no necesariamente las reconocen con ese nombre). Tienen relaciones afectivas más libres de estereotipos con sus hijas e hijos, se involucran en la crianza, tareas de cuidado y labores del hogar, buscando un mayor equilibrio en la carga de trabajo con sus parejas. No ejercen violencia. Tienen apertura para dialogar sobre los temas, situaciones y emociones y eliminar los rasgos machistas que la cultura patriarcal ha inculcado en ellos. Son corresponsables en materia económica.

A manera de conclusión

No hay una forma de paternidad pura, ya que se presentan rasgos de formas tradicionales, con algunos cercanos a las paternidades igualitarias y corresponsables. En realidad, podríamos hablar de una coexistencia de diversos modelos de paternidad. Hoy, muchos hombres buscan nuevas formas de relacionarse con las familias que han formado. En tiempos recientes, han roto con aquellos esquemas tradicionales del padre proveedor, distante y autoritario, para dar paso a relaciones más cercanas y gratificantes con sus hijas e hijos. Sin embargo, aún pesan mucho los estereotipos y roles tradicionales de género, que obstaculizan el ejercicio libre y disfrute de paternidades igualitarias, corresponsables y afectivas.  

@aluisanerio

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