Por Ana Luisa Nerio
Monroy
Mujeres y hombres son
iguales en dignidad y derechos. Sus diferencias biológicas no constituyen
razones para que unas y otros sean discriminados. Ahora bien, las mujeres han
sido históricamente destinadas a tareas reproductivas en la esfera de lo
privado (doméstico) y los hombres a la esfera productiva y el espacio público,
con base en las diferencias biológicas.
Las mujeres tienen
características biológicas distintas a las de los hombres, cierto. Las mujeres
tienen senos, vagina, ovarios, y un sistema reproductivo distinto al de los
hombres quienes a su vez tienen pene, testículos, testosterona, etcétera. Estas
características son naturales. Se nace con ellas. En cambio, lo femenino y lo
masculino se construye a partir de lo que la sociedad espera de nosotros en una
época y contexto determinado. A pesar de las diferencias que pueda haber entre
épocas de lo que se interpreta como lo masculino y lo femenino, un aspecto
recurrente es el de la división sexual del trabajo. Esto se ve claramente en
los roles de género. Las mujeres realizan tareas de cuidado y reproductivas, de
aseo y limpieza en el hogar. Se quedan
en el espacio privado y si trabajan fuera de casa lo hacen generalmente en
actividades “propias de la mujer”. Las mujeres según la tradición, no son
intrépidas, no juegan futbol, no tienen una vida sexual libre y placentera. Se
casan y tienen hijos e hijas.
Los hombres por su
parte no lloran, les gustan los deportes y no las muñecas, no expresan sus
sentimientos, son fuertes, valientes y violentos. Se les exige éxito social,
laboral y económico. Están en la esfera pública y no realizan tareas de cuidado
o en el hogar pues “eso es cosa de mujeres”.
Estas características
no benefician a ninguno de los dos sexos. Tanto mujeres como hombres se ven
limitados para desarrollarse de manera plena y en libertad. En todo caso, si
puede hablarse de sexo ganador sería el de los hombres pues son quienes han
tenido más privilegios, acceso a puestos de poder y a posiciones que les han
permitido dominar o regir desde su visón la vida de las mujeres.
Agentes socializadores
del género que se traducen en instituciones sociales como la familia, la
religión, la escuela, la comunidad o el trabajo, refuerzas los roles y
estereotipos de género. Desde antes de nacer si es niña ya se le destina el rosa
como su color o azul si es niño. En casa se enseña a las mujeres a ser
recatadas, femeninas, a realizar labores del hogar. A los niños a jugar con
pistolas y balones, a ser fuertes.
En la sociedad se
refuerzan los roles y estereotipos de manera cotidiana. Hay mandatos sociales
que, aunque no sean ley, los hemos naturalizado porque todos los días algo los
reafirma. Los medios de comunicación y la publicidad contribuyen mucho a los
estereotipos de género. Los hombres deben tener un buen trabajo y éxito
económico. Las mujeres deben ser hermosas, delgadas, buenas amas de casa,
tiernas, sumisas y dependientes. Bonitas y tontas dice la publicidad. En la escuela
se invisibiliza a las mujeres con el lenguaje sexista, por ejemplo. Y las
religiones son sumamente androcéntricas y por lo tanto controladoras del cuerpo
y vida de las mujeres. No así de los hombres quienes son los proveedores y si
son ovejas descarriadas sólo merecen una reprimenda y volver al buen camino.
Educar a las nuevas
generaciones y re-educar a las que tienen más años es una tarea importante para
lograr avances reales camino a la igualdad sustantiva. Eliminar los estereotipos y roles de género
contribuye también a prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y
niñas, asunto nada menor tomando en cuenta el repunte de los actos de violencia contra las mujeres en México, incluida la violencia sexual y el feminicidio.
Apostemos porque desde
lo que cada una o uno hace, terminemos con los estereotipos de género para que
niñas y niños, mujeres y hombres vivamos con dignidad y con igualdad de derechos
y oportunidades. Cambiar nuestro lenguaje, no reproducir chistes machistas, impulsar la educación para las mujeres, promover la corresponsabilidad de las tareas en el hogar, educar a niñas y niños en igualdad y corresponsabilidad, no reproducir la violencia en nuestras relaciones personales y laborales, y muchas otras acciones, contribuyen a mejorar el panorama de la igualdad de género.
Twitter @aluisanerio
No hay comentarios:
Publicar un comentario