jueves, 8 de abril de 2021

Importancia del lenguaje inclusivo

 

Importancia del lenguaje inclusivo

Autora: Ana Luisa Nerio Monroy

Utilizar el lenguaje inclusivo cobra cada vez más importancia para lograr la igualdad de género.  Como ya lo ha señalado el filósofo y escritor George Steiner “Lo que no se nombra no existe”. Y las mujeres, así como otros grupos de población han sido omitidas del lenguaje durante muchos años. No es raro que con el avance de las diversas corrientes del feminismo y de los estudios de género, el lenguaje incluyente y no sexista también se haga presente cada vez con más fuerza.

Uno de los argumentos de quienes se oponen al uso del lenguaje inclusivo (uso de manera indistinta lenguaje inclusivo, lenguaje incluyente y lenguaje incluyente y no sexista para fines de economía del lenguaje), señala que en el masculino genérico están incluidas todas las personas y por supuesto las mujeres. Así, deberíamos entender que si dicen “el hombre ha logrado a través de la ciencia y el conocimiento elevar la calidad de vida de la población mundial”, las mujeres debemos sentirnos incluidas. Si en un salón de clases la maestra nos dice “niños, pueden salir al patio y tomar su descanso y refrigerio”, las niñas deben sentirse incluidas. Y sí, así lo hemos hecho por cientos, miles de años. Nos hemos acostumbrado o mal acostumbrado a formar parte del masculino genérico. ¿Por qué?




Porque nuestra cultura es patriarcal y androcéntrica[1]. Recordemos que en la historia de la humanidad el sistema patriarcal ha dominado en todas las culturas. El paterfamilias o padre de familia era quien tenía el poder sobre niñas y niños, mujeres, personas mayores y otros hombres vistos como menos fuertes.  Así que nombrar a quienes eran invisibles o poco importantes desde el punto de vista masculino, no tenía mayor razón de ser.

Ese es el poder del lenguaje inclusivo, esa es su importancia: contribuir a hacer visibles a las mujeres y sacarlas de esos rincones oscuros donde fueron confinadas para no reconocer sus diversos aportes a la humanidad. Se ha documentado que en todos los tiempos y culturas ha habido mujeres realizando contribuciones en las artes, la ciencia, tecnología y la política, cuyos nombres se ocultaron, omitieron o borraron. Cada vez más, salen a la luz descubrimientos, inventos y obras que fueron robadas para ser publicadas bajo el nombre de un varón. Por eso hablar hoy de las mujeres y utilizar lenguaje inclusivo es tan importante, tan políticamente trascendente y sobre todo tan éticamente necesario.

Se habla del derecho a ser nombradas, porque el lenguaje vuelve real las cosas. Al llamar “silla” a un objeto, nuestro cerebro lo asocia con una forma, le da cuerpo, sentido, vida. La silla podría existir o no, pero no es tal, no existe realmente hasta que se le nombra. Nombrar a las mujeres, hablar en femenino cuando esto sea posible es un deber ético. Decir presidenta, jueza, magistrada, ingeniera, abogada, científica, directora o astronauta tiene un peso real y simbólico para la psique de las personas, en particular para las niñas y mujeres jóvenes.

Utilizar lenguaje inclusivo no implica necesariamente acabar con la gramática o el uso correcto del español, ya que ésta es una lengua muy rica, que nos da muchas opciones. Utilizar lenguaje inclusivo no implica cambiar todas las palabras a femenino, sino buscar fórmulas para incluir a las mujeres y otros grupos de población. Y cuando las mujeres estén presentes nombrarlas.  

Enfoque DH

Enfoquedh.blogspot.com

@aluisanerio



[1] Androcéntrica: centrada en el hombre, que toma al hombre como centro y referente de todo.

jueves, 4 de marzo de 2021

El duelo por un perrijo: carta a mi amado Sam

 

 Procesando duelos: carta a mi perrhijo Sam... el amor nunca muere

Autora: Ana Luisa Nerio Monroy

Mi amado, mi muy amado, mi siempre amado Sam Bigotes:

Fuiste un regalo maravilloso. El mejor regalo de Día de Reyes que he recibido. Empecé a escribir este texto unas semanas después de tu partida y lo he leído, corregido y reescrito varias veces. Hoy, a un año de aquella mañana de marzo en que nos miramos por última vez, por fin me animo a publicarlo. Estoy segura que hay personas quienes, como yo, aman o han amado a un perrito; y entenderán lo importante que es compartir, celebrar y agradecer la vida, la hermosa vida de un peludito como tú

Te mire, me miraste y supimos que ese sería un amor para el resto de nuestras vidas.

Era enero de 2011, poco después del Día de Reyes, cuando entré a esa tienda y estabas en los brazos de una vendedora. No recuerdo a los otros cachorritos que estaban allí, había varios más, pero yo sólo te vi a ti. Tenía años deseando tener un perrito, y ya había pensado en un mini schnauzer. Eras muy pequeño y peludito (2 meses y medio), correspondiste a una caricia que te hice lamiendo mi mano. Te cargué y fue mágico. ¿Verdad que fue a amor a primera vista? Siempre lo he pensado. Yo te vi, pero tú me escogiste. Gracias por eso. Dudé un poco pero El Güero (así llamaremos aquí a tu papá), me dijo “pues si lo quieres, nos lo llevamos”. Así fue. Salimos de esa tienda contigo, una bolsa de croquetas, tu camita (esa de tela a cuadros cafés que aún conservo), y la felicidad de saber que nuestra familia estaba completa.

Eres un perruco loco, Sam es un perruco, loco y lo quiero mucho

Tu nombre tiene una historia. Sam Bigotes es un personaje de caricatura, un señor de cejas pobladas, un cazador bigotón muy gracioso. El nombre me gustó mucho para ti. Eras así, peludito, bigotón y cejudito. Sam Bigotes Nerio, tu nombre generaba risa y ternura entre las personas a quienes se los decíamos.

Tu nombre y sobre todo tú, inspiraron canciones y porras: “Eres un perruco loco, tú eres un perruco, loco, Sam es un perruco loco y lo quiero mucho”. Esa misma canción fue con la que nos despedimos, la canté bajito, suavecito para tranquilizarte el día que partiste. Tenías una porra también: “¡Sam, Sam, Sam Bigotes; Sam, Sam, Sam Bigotes, Bigooooteees, Bigoteees, él es Saaammmm...Bigooooteeesss! Y hasta modifiqué la canción “17 años” de los Ángeles Azules para que dijera “Amo sus brinquitos, amo sus bigotes, es mi primer chancho, mi primer amor. Es chiquito, travieso y juguetón, chiquito, travieso y muy tragón; es el chancho del amor, el chancho del amor, el chancho del amor, el chancho del amor”. Chancho era uno de tus muchos apodos.

Sí. Te llamabas Sam Bigotes pero también era Samcito, chancho, chancho bebé, mi gordito, mi rey, papito, gordito chabocho, el chabochito, el bochito, el chivo, chivito, el chivo loco, el bebo, mi chiquito lindo, pelu-baby, el caballero (ese te lo puso mi papá), muñeco, muñequito, mi amore y mi amore perro.

Tus primeros años en casa: entre brincos, helado y paseos.

Nunca había tenido un perrito propio, así que para ambos tu llegada fue una aventura. Padeciste mi inexperiencia y cometí varios errores en tu cuidado, educación y alimentación. Hoy creo que debí ser menos dura, pues como me dijo El Güero, la presencia de seres como tú, es un suspiro en la vida humana.

Debí dejarte más veces junto a mí en la cama y jugar muchas más horas contigo. Me hubiera gustado hacer muchas cosas de manera diferente, pero ambos sabemos que, a pesar de mis errores, lo que nunca te faltó fue mi amor. Traté de ser una buena dogmom. Me gusta cómo una palabra en inglés puede resumir algo tan fácilmente, de manera tan práctica; porque en español no imagino la palabra “mamá-perro”, no se…no me suena. Yo era tu dogmom y cuidarte y amarte ha sido un privilegio.




Tú me ubicabas por mamá. El Güero te enseñó que yo era mamá, y me daba mucha risa cuando no me veías y El Güero te decía “¡Mamá, mamá! ¿Dónde está mamá?”, “Saluda a mamá” “Allí está mamá”. Corrías feliz y brincabas y movías tu colita. Tus bienvenidas eran una de las cosas más lindas de mis días.

Recuerdo claramente la forma en que te asomabas a mi cama por las mañanas para ver si ya estaba despierta; tus patitas sonando en la duela del piso del departamento, el ruido de tu cuerpo al saltar a tu sillón favorito, tus pujiditos cuando algo te asustaba o preocupaba y por supuesto, tu ladrido. Te fascinaba la pechuga de pavo, la carnita de hamburguesa, el helado, las galletas, el pan y la comida de “rancho” que te daba tu abuela. Comías con gran entusiasmo, eras un verdadero tragoncito. También corrías al llegar de un paseo y brincabas a la cama para cerciorarte de que yo estaba allí. Si no nos veíamos por algunos días me recibías con mucho entusiasmo y parecía que me reclamabas con tu ladrido por ausentarme y dejarte. Odiabas que te bañara y durabas horas ofendido conmigo.

Por supuesto amabas que te rascara la pancita y el cuello; eras feliz en nuestras caminatas por la mañana y la tarde, te detenías a oler todo y a veces te “amarrabas” cuando yo quería continuar, pero tú deseabas oler algo más tiempo. Jugabas “luchitas” con tu papá y a las escondidillas; tú y yo teníamos un juego llamado “pelea de cachorros” que eran una especie de luchitas arriba de la cama.

Te tomé muchas fotos (menos de las que creo me hubiera gustado). Ahora me detengo por largos ratos a mirarlas y te veo allí…tan guapo, con tanto porte, y al mismo tiempo con esa carita que amé desde el día que nos encontramos. Podías quedarte por largos ratos entre mis brazos con el cuellito colgando, o en tiempo de frío acurrucado junto a mí en el sillón o la cama.

El Güero solía decir “ese perrito está enamorado de su mamá”. Y se que así era. Me amabas como sólo un ser como tú podía hacerlo. Me amaste de forma incondicional y se que sabes que yo te amé a ti, profundamente. Solías poner tu cabecita en mi pierna y mirarme con esos ojitos negros; si El Güero me abrazaba o se me acercaba tú brincabas y te interponías.

Te cargaba y abrazaba, solía oler tu cabecita y tus orejas para no olvidar tu olor, te olía el “pescuezo” (cuello) y te hacía cosquillas. Muchas veces por la noche me levantaba para hacerte una caricia y darte un beso en tu “coquito” (cabecita). Me gustaba saber que estabas allí, en tu camita, pero muy cerca de mí, cuidándome, acompañándome. Te dí muchos besos, menos de los que debí darte.

Y llego tu hermanita perruna

Dejarte para salir a trabajar se convirtió en una experiencia triste pues te quedabas solo muchas horas. Después de unos años decidimos buscarte compañía. Una hermanita perruna. Fue así como en septiembre de 2014 llegó Coco Channel, una perrita maltés con mucho carácter que se convirtió en tu compañerita de juegos. Se que Channel te extrañó y aún te extraña a montones. Durante varias semanas después de tu partida, al llegar yo o tu papá del trabajo se asomaba para ver sí venías con nosotros, como en las varias ocasiones que regresaste del hospital después de unos días de ausencia. Aún hoy, hay ocasiones que pareciera que te busca o que mira por largos momentos hacia aquellos rincones donde solías recostarte. Se que cuando a ella le toque el momento de partir se reunirá contigo para brincar y jugar juntos.

Así fuimos 4. Coco Channel eligió a tu papá como tú me elegiste a mí. Porque tú eras mío, muy mío y yo era tuya.  Channel y tú se convirtieron en grandes camaradas, brincaban, jugaban y corrían juntos. El carácter de cada uno era distinto, sin embargo, había cosas para las que se aliaban muy bien: chantajear por comida, exigir atención y amor. “La mafia del comer” y los “mafiositos” los bautizó tu papá.

La misión de los perros

Durante estos años he leído muchos artículos sobre los perros, su historia y su misión en nuestras vidas. Cuando enfermaste y con tu partida repasé algunas de esas lecturas. Estoy segura que teníamos que encontrarnos. Fuiste mi compañero en momentos de mucha soledad y tristeza, me rescataste de muchas maneras y se, que quienes aman a un perro comprenden a lo que me refiero. Curaste muchas veces mi corazón y me enseñaste muchas cosas. Esas que sólo ustedes los angelitos peludos pueden enseñar a seres tan básicos y egoístas como somos los seres humanos.

Por ti aprendí a amar y respetar mucho más a perros y gatos; por ti empecé a mirar con más empatía a otras personas que tienen por compañía a un perro (o un gato); por ti me duele el sufrimiento de los perros en la calle, el maltrato animal y me preocupa la adopción y esterilización canina. Gracias a ti comprendí la importancia de disfrutar los paseos sólo por el gusto de caminar; a sentir el sol y el aire. Me enseñaste lo que es amor incondicional y que el amor debe compartirse y crecer; que amar a un perro, como te amé a ti, no puede significar encerrarme en el dolor de tu partida, sino dar oportunidad a mi corazón de volver a amar a muchos otros perritos.

He leído que en ocasiones nuestros perros se llevan las malas energías y nos protegen. Estoy segura que tú me cuidaste siempre. Algunas lecturas señalan que los perros captan el mal o la enfermedad que nos iba a llegar y por eso enferman y a veces mueren de manera repentina. Mi querido Sam… tú y yo sabemos que al menos los últimos meses de tu vida coincidieron con meses complejos de la mía y que mi salud estaba mal, aunque poco hablé de ello.

Por momentos, pensar que tú habías enfermado por protegerme me hizo sentir culpable. Después leí algo al respecto que explica que, una vez cumplida su misión, cada perro debe partir y algunos nos dan un último regalo de amor, al partir llevándose esa mala energía que nos rodeaba; que no debemos sentir culpa. Así debía ser. Así debía concluir la misión. Insisto mi pequeño peludo…no lo sé. Pareciera totalmente irracional, pensamiento mágico, fantasioso o supersticioso, pero yo creo en las energías, en el poder del amor, de la mente y de los pensamientos. Y pensar y creer que tu misión estaba cumplida y que como regalo final me protegiste, y que lo hiciste por amor, me llena de agradecimiento el corazón.

Y te fuiste una mañana soleada de marzo del 2020

Aproximadamente 4 meses antes de tu partida enfermaste. Hospitales, médicos, medicinas…Nunca, te lo juró, nunca pensé que el final estuviera cerca. Estaba segura que te recuperarías como pasó en otras ocasiones. Cuando entendimos que estabas sufriendo y que era momento de dejarte partir se me rompió el corazón. Hicimos todo lo que pudimos y lo sabes. Dejarte ir ha sido una de la decisiones más dolorosas y difíciles de mi vida, pero sabíamos era lo correcto.

No me despegué de ti ni un momento, te bese y abrace, te dije cuánto te amaba y te di las gracias; te aseguré que todo estaría bien, que tú estarías bien, y que yo, papá y Channel nos recuperaríamos, que por favor te fueras tranquilo. Te canté y todo el tiempo te miré a los ojos. Y así fue…dejaste este mundo en paz y acompañado por mamá y papá. Te cargué envuelto en tu cobijita y así en mis brazos viajaste 2 horas hasta casa de tu abuela y tu abuelo humanos.  Ya tenías un lugar designado en su jardín donde ahora reposa tu cuerpecito. Allí, rodeado de árboles y flores, en el campo, con sol y aire fresco, cerca de personas que amo, descansas en paz.

Tuve el privilegio de tenerte 9 años Sam, 9 años y cinco meses que parecen diluirse como agua. Tantas risas, tantos paseos, tanto amor… Mi amado, mi muy amado, mi siempre amado Sam Bigotes, te he llorado mucho, te voy a extrañar lo que me reste de vida. Y confío en que cuando llegue el momento tú estarás con todos mis seres queridos aguardándome.  

Mientras tanto se muy feliz en el cielo Samcito, ya no hay dolor, ya eres libre para brincar, correr, ladrar, comer galletas, helado y carnita.

Te ama, mamá.

 

 

 

 

 

 

jueves, 11 de febrero de 2021

Mujeres y Niñas en la ciencia en tiempos del COVID 19

 

Mujeres y Niñas en la ciencia en tiempos del COVID 19

Autora: Ana Luisa Nerio Monroy

 

El mundo necesita de la ciencia y la ciencia de las mujeres, así lo indica la Organización de las Naciones Unidas. Cada 11 de febrero desde el 2015, se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, como una forma de rendir homenaje a las mujeres que han contribuido con el desarrollo científico y tecnológico del mundo; mujeres que abrieron brecha y anduvieron primero el camino tortuoso de romper con estereotipos de género; mujeres que el sistema patriarcal ocultó porque así le resultaba conveniente.

Miles de mujeres dedicadas a la investigación científica y desarrollo tecnológico, vieron sus trabajos, investigaciones y descubrimientos, robados por hombres que eran sus compañeros, jefes o parejas. Científicas como Nettie Stevens, descubridora de los cromosomas que determinan el sexo, Rosalind Franklin, cuyo trabajo contribuyó a la comprensión de la estructura del ADN o Lise Meitner madre de la fisión nuclear, forman parte de una larga lista, cada vez más amplia pero también más develada, de mujeres cuyo trabajo no recibió el reconocimiento que merecía. Esto se llama el “Efecto Matilda”.

El “Efecto Matilda” se refiere al menosprecio del trabajo científico de las mujeres por ser mujeres. Así de simple y de terrible.

La ONU señala que menos del 30 por ciento de los investigadores en el mundo son mujeres. Cifra que es muy pequeña si pensamos en todas las niñas y mujeres brillantes que conocemos y que por falta de oportunidades o por la presencia de estereotipos culturales, no están desarrollando su potencial dentro de la ciencia y tecnología. Sumado a esto, encontramos políticas públicas en materia educativa, deficientes y carentes de los estímulos necesarios para que niñas y niños aprendan matemáticas, física, química o biología, por citar algunos ejemplos, de manera que se enamoren de estas materias y hagan de ellas sus proyectos profesionales.



Durante 2020 y lo que va de 2021 hemos constatado que el sistema educativo de muchos países del mundo, entre éstos México, ha demostrado ineficiencia para garantizar el acceso y permanencia de las niñas y niños en la escuela. Los efectos de la situación actual en las oportunidades de desarrollo de las niñas para su educación y futuro profesional pueden ser sumamente negativos si no se atienden de manera adecuada y con perspectiva de género.

Las niñas abandonan sus estudios ante la pérdida de las familias de sus fuentes de empleo, por la pérdida de su madre o padre a causa del COVID 19 o por carecer de computadora e internet. Las niñas, además, al permanecer encasa se suman a las tareas de cuidado y del hogar que aún siguen siendo asignadas sobre todo a ellas, porque son mujeres.

La Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO), indica que las mujeres aún son minoría en los campos de las matemáticas, la informática, la ingeniería y la inteligencia artificial. Apenas un 12 por ciento de las plazas de las academias nacionales de ciencias, son ocupadas por mujeres.

El 11 de febrero es una fecha para recordarnos que es necesario impulsar el acceso de las niñas a la educación y apoyar a las mujeres que desean realizar estudios en áreas científicas y tecnológicas. Todavía hoy, a pesar de los cambios culturales, hay brechas de género que limitan o impiden que millones de niñas tengan acceso a la educación, que millones de mujeres abandonen la idea de cursar ciertas carreras porque no son “para mujeres”. Sobran historias de jóvenes estudiantes que han vivido y viven discriminación, maltrato, violencia y/o acoso cuando cursan carreras tradicionalmente masculinas.

Y aún aquellas mujeres que lo logran y se desarrollan como investigadoras y científicas, enfrentan el reto de la conciliación de la vida laboral y familiar. Viven el estrés de una maternidad que debe ejercerse a la par de las exigencias del mundo laboral y de la falta o poca presencia, todavía, de parejas que se hagan corresponsables de las tareas de cuidado de las hijas o hijos.

La ONU ha indicado también que la situación de las mujeres en la ciencia durante esta pandemia del COVID 19 ha visto retrocesos. El cierre de laboratorios y de empresas de desarrollo tecnológico han dejado sin su práctica o sin su trabajo a muchas mujeres. Como sabemos, al quedarse en casa también hay aumento de responsabilidades para cuidar de otras u otros.

En España se realiza este año una campaña muy interesante llamada No más Matildas o No more Matildas, en honor a Maltilda Joslyn Gage, sufragista, abolicionista y precursora feminista estadounidense, que dedicó gran parte de su vida a denunciar la opresión de las mujeres y visibilizar las contribuciones de las mujeres en diversos campos de la vida cultural y científica del mundo.

La campaña No más Matildas y la celebración del 11 de febrero Día Internacional de las Mujeres y Niñas en la Ciencia, son esfuerzos de diversos sectores por visibilizar, reconocer e incentivar la presencia de mujeres y niñas en la ciencia y tecnología. Son una invitación a la reflexión y a la acción para que cada quien, desde su espacio, desde los medios con lo que cuente, impulse y reconozca la importancia de contar con niñas y mujeres interesadas y dedicadas a la ciencia y tecnología. Cierro con la frase de la ONU con la que inicié “El mundo necesita de la ciencia y la ciencia de las mujeres”.